Su lema de vida fue hacer siempre lo que le dio la gana dentro y fuera del terreno de juego. Robin Friday fue desde la más tierna infancia un rebelde. Un inadaptado. Una persona incapaz de cumplir aquello que otros esperaban de él.
A los 15 años dejó la escuela y empezó su coqueteo con las drogas. Con tan solo 16, ya había pasado por la cárcel y, se casó con una mujer negra. Imaginaos el impacto en la cerrada mentalidad inglesa de los 70.
Con un aspecto que recordaba (y mucho) al bueno de George Best, el único propósito de Robin Friday fue jugar al fútbol y disfrutar a raudales del tercer tiempo junto a sus compañeros. Pinta va, pinta viene.

Robin Friday disputando un partido (Fuente: www.spherasports.com)
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