El fútbol es maravilloso. Un deporte en el que a veces los pronósticos saltan por los aires y de repente David se “zampa” a Goliat. Ejemplo perfecto de lo anterior fue lo sucedido con Grecia en la Eurocopa de 2004.
Es posible que si les hubiesen preguntado antes del torneo, ni los propios futbolistas helenos hubiesen apostado demasiado a que se llevarían el trofeo a casa.
Fue un año atípico en lo futbolístico con una final de Champions League entre Oporto y Mónaco, con el Valencia CF cuajando la mejor temporada de su historia con doblete de Liga y Copa de la UEFA, al que le puso la guinda el combinado griego en tierras portuguesas con una de las mayores gestas en la historia del balompié.
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Antes de aquella inesperada hazaña los griegos ya habían dado un par de avisos sobre su potencial. En la fase de clasificación para la Copa del Mundo de 2002 le dieron un buen susto a la mismísima Inglaterra y, en la clasificación para dicha Eurocopa lideraron su grupo, relegando a España a la repesca.
El éxito de los de Otto Rehhagel se basó en la solidez defensiva y en un centro del campo tremendamente solidario en todas las facetas, liderado por Zagorakis, a la postre MVP del torneo, Basinas y Katsouranis.
A ellos se sumaba de vez en cuando el veterano artista Vassilis Tsartas, con un pie de seda para poner el balón allá donde no solo alcanza la imaginación. De sus botas nacieron varios de los goles clave en aquel torneo.
![Este gol de Charisteas dio a Grecia el primer título de su historia - Odio Eterno Al Fútbol Moderno Este gol de Charisteas dio a Grecia el primer título de su historia - Odio Eterno Al Fútbol Moderno](https://odioeternoalfutbolmoderno.es/wp-content/uploads/2024/07/Charisteas.jpg)
De hazaña en hazaña
Todo el mundo catalogó de milagro su victoria ante la anfitriona Portugal en el partido inaugural. Pero algo se estaba cociendo en la sala de máquinas de los helenos. Nada contaba con ellos, pero estaban más que dispuestos a dar la gran campanada.
En el segundo duelo de la fase de grupos igualaron con España y, ya casi con un pie en cuartos, solo hincaron la rodilla ante una Rusia ya sin opciones de clasificación.
Para la siguiente fase el reto era aún mayor. Francia, vigente campeona del torneo, con los Henry, Pires, Zidane y compañía… Fue otro ejercicio de resistencia que decidió un solitario cabezazo de Charisteas mediado el segundo tiempo.
Nadie lo creía. Estaban en semifinales. Era cuestión de tiempo que se deshiciese el embrujo y cayeran eliminados. La encargada sería la República Checa, el equipo que mejor fútbol realizó en aquel torneo y que parecía destinada a reeditar la gloria otorgada por Antonín Panenka en 1976.
Tampoco pudieron con los fieros griegos. Las tuvieron de todos los colores, pero de nuevo otro ejercicio de fe defensiva y una altísima efectividad en la meta contraria permitieron que un gol del central Dellas en la prórroga les metiese en la gran final.
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Alcanzando el Olimpo del fútbol
Ahí les esperaba de nuevo su primera víctima en aquella Eurocopa, la anfitriona Portugal, pero aquel 4 de julio de 2004 los lusos tampoco supieron contrarrestar el entusiasmo heleno.
Otro cabezazo de Charisteas otorgó uno de los títulos más inesperados en la historia del fútbol a la par que sumió en un mar de lágrimas a una Portugal que vio como otra de sus mejores generaciones se quedaba sin tocar metal.
Por su parte Grecia puso patas arriba Da Luz logrando el mayor hito de su historia futbolística, mostrándonos que a veces los sueños, por difícil que parezca, se hacen realidad.
Hasta aquella cita el combinado heleno solo había asistido a dos grandes citas, la Eurocopa de 1980 y el Mundial de 1994, con el pobre bagaje de 0 victorias en 6 partidos, solo 1 gol a favor y 14 en contra ¿Quién iba a esperar nada de ellos si no les tenían fe ni en su propio país?