Además el ariete holandés entró en los libros de historia porque con 18 años y 323 días sigue siendo el futbolista más joven en marcar en una final del torneo de clubes más prestigioso en el mundo del fútbol.
Mediada la segunda parte saltó al césped del Praterstadion para sustituir a una de las estrellas del equipo, el finlandés Jari Litmanen y, a cinco minutos para la conclusión del choque cumplió con el cometido que le había encomendado Louis Van Gaal.
Recibió el balón que le filtró Frank Rijkaard en la frontal del área y tras ser desequilibrado por un zaguero milanista, batió desde el suelo a Sebastiano Rossi para darle la “Orejona” a su equipo.