La camiseta del Sportclub Heerenveen es una de las más famosas del fútbol holandés.
Este humilde club fundado el 20 de julio de 1920 y conocido popularmente como “El Orgullo de Frisia” solo ha ganado un título en su centenaria historia, la Copa de Holanda de la temporada 2008-2009.
Por sus filas han pasado algunos de los mejores delanteros europeos de los últimos años. Así Ruud Van Nistelrooy, Jon Dahl Tomasson o Klas-Jan Huntelaar dieron sus primeros pasos como goleadores en el fútbol profesional con la camiseta del Heerenveen.
El club de sus amores
Tanto su escudo, como la camiseta del SC Heerenveen, fueron diseñados a imagen y semejanza de la bandera de Frisia. Lucen franjas verticales azules y blancas y entre ellas sobresalen siete nenúfares rojos, planta muy común en la región.
Durante los últimos años y, al pensar que se trataba de corazones, la camiseta del Heerenveen se ha convertido en uno de los regalos estrella durante la festividad de San Valentín.
De hecho en 2019 la marca deportiva que viste al club aprovechó para lanzar una edición especial de la camiseta del Heerenveen que sí lucía un corazón en la espalda rodeando al número 14.
Tradiciones muy arraigadas
Uno de los motivos por los que se ha especulado que la camiseta del Heerenveen luce estos nenúfares (no corazones), es que durante la Edad Media siete regiones se unieron para plantar cara a los vikingos y defender la zona de Frisia.
No hay datos que corroboren esta “leyenda urbana”, ya que, a día de hoy solo se tiene por seguro que dos de aquellas regiones se unieron frente a un enemigo común, Alkmaar y Weser.
Otra versión, menos extendida, sobre el origen de los siete nenúfares en el escudo de la ciudad y por ende en la camiseta del Heerenveen es que Frisia está rodeada por otros tantos lagos.
Frisia es una zona con un fuerte sentido identitario y es tradición que antes de cada encuentro del SC Heerenveen suene a todo volumen el himno de la región.
En los partidos de competiciones europeas la UEFA lo prohíbe rotundamente, por lo los aficionados presentes en el Abe Lenstra Stadion lo cantan a pleno pulmón, esquivando la norma para cumplir su ritual.