Para ello se podía hacer uso de casi todas las partes del cuerpo a excepción de las manos. No había muchas normas y los tumultos y aglomeraciones en el campo de juego eran algo habitual.
A miles de kilómetros de allí los amigos precolombinos se entretenían y veneraban a sus astros practicando otro de mis parientes lejanos, el Pot Ta Pok.
Los precursores del fútbol
Mi tatarabuelo también era del Lejano Oriente. Su nombre, Kemari. Como casi todos los que provienen de una isla tenía una fuerte personalidad.
Aún se sigue practicando. No es nada competitivo, pero si ceremonioso. Sus protagonistas se engalanan para hacerse llegar el balón los unos a los otros. Seguro que a muchos universitarios (con una pelota de menor tamaño) os trae buenos recuerdos ¿Verdad?
En la Edad Antigua también tuve varios parientes. La pasión por el balón es legendaria. Griegos y romanos practicaron el “Epislcryos” y el “Harpastum”, juegos parecidos a mí, pero no con la misma esencia.
Los contemporáneos del Renacimiento conocieron a mi abuelo, Calcio Storico. Era coqueto y rudo a partes iguales. Le gustaba mucho eso de disfrazarse, de ahí que se convirtiese en una especie de deporte carnavalesco.
En un campo inmenso, en el que casi todo estaba permitido, competían dos equipos de 27 jugadores por meter la pelota en un agujero situado en su extremo opuesto.
Mi esencia
En la nada glamurosa ciudad de Sheffield nació el primero de mis hijos. The Club. Ahora tengo millones repartidos por todo el mundo.
Poco tiempo antes la Freemasons Tavern de Londres fue testigo de una ruptura algo traumática. Mi hermano el rugby y yo separamos nuestros caminos para nunca más volvernos a ver.
En ese majestuoso bar del centro de Londres se sentaron las bases de mi futura existencia. Había dos bandos, los partidarios de jugarme con la mano, frente a los que preferían jugarme con el pie.
Ya sabéis quién ganó. Aunque algunos les llamaron traidores. Hoy todos utilizan los pies, excepto esos “seres extraños” llamados porteros.
¿Sabéis quién soy?…. Supongo que ya me habréis reconocido. Soy vuestro amado amigo. El fútbol.
Soy un deporte, en ocasiones quizá algo virulento, pero de noble corazón. De un tiempo a esta parte los mercaderes me han manipulado, pero siempre que estéis ahí mis queridos y nostálgicos aficionados, ese olor a hierba recién cortada, las cabriolas, los regates y los goles. Mi esencia. Jamás dejará de existir.