Dieciocho años después de su salida, Sergio Ramos regresa a su casa, el Sánchez Pizjuán.
La temporada 2003-2004, con solo 17 años, debutó con el primer equipo sevillista a las órdenes de Joaquín Caparrós.

La temporada siguiente, sin apenas haber cumplido la mayoría de edad, se convirtió en un fijo y pieza clave de aquel equipo emergente.
Sus inicios fueron pegado a la cal de la banda derecha y no en el centro de la zaga, pero ya apuntaba maneras aquel joven.
Su primer gol fue ante la Real Sociedad, pero si uno marcó su futuro para siempre fue del que hoy hablamos. El 14 de mayo de 2005 un Real Madrid de entreguerras, por no decir en descomposición, visitó Sevilla.
Luxemburgo sustituyó a Camacho y eran tiempos convulsos en la casa blanca.
El gol significó el 1-0 de un partido que terminó 2-2, pero fue la puesta de largo de Sergio, que Florentino cariacontecido en el palco, no pudo olvidar.
Al verano siguiente pagaron la cláusula de rescisión de aquel chico de Camas que a priori parecía un tanto elevada. El tiempo dio la razón a sus defensores y demostró que esos casi 40 millones de euros eran poco dinero.