El 3 de septiembre de 2003 iba a hacer su debut oficial el flamante fichaje azulgrana. Fue un partido histórico, ya que, es el primer partido de la Liga que arrancó de madrugada, concretamente a las 00:05.
La razón fundamental para que se jugase en un horario tan atípico fue la falta de entendimiento entre las directivas de FC Barcelona y Sevilla FC.
Entre medias de aquel encuentro las selecciones iban a reclamar jugadores para sus compromisos internacionales.
Los culés pedían una fecha en la que no se cumplían los dos días de descanso para los sevillistas tras su encuentro con el Athletic Club.
Finalmente como decisión salomónica se decidió jugar a esa intempestiva hora ¿Quién fue el mayor perjudicado? Como no, el aficionado. Todo aquel que fue a ver el encuentro regresó a su casa a las 2 de la madrugada en día laborable. Totalmente surrealista.
Debut soñado
Para evitar una grada desolada en el Camp Nou la directiva montó una serie de actos festivos en los aledaños del coliseo blaugrana, además de entregar vasitos con una típica comida andaluza. De ahí que se le denomine como el partido del gazpacho.
En lo meramente futbolístico, el conjunto hispalense entró fuerte al terreno de juego, adelantándose con un tanto del malogrado José Antonio Reyes.
Los visitantes no dejaban de llevar peligro a la portería de Víctor Valdés El Barça lo pasaba realmente mal. Ahí emergió la figura de su nueva estrella.
En el minuto 58 y tras dos recortes a una velocidad endiablada, Ronaldinho se sacó un latigazo ante el que nada pudo hacer el meta sevillista.
Si por algo mereció pagar la entrada del partido del gazpacho e ir con ojeras al día siguiente al trabajo fue por esta auténtica obra de arte.
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