Con la incertidumbre que nos brinda el panorama futbolístico actual estamos haciendo un repaso por los distintos formatos y anomalías que ha sufrido el Campeonato Nacional de Liga y no podemos olvidar uno de los más peculiares. La temporada 86-87. La Liga del play-off.
Seguramente la mayor chapuza de todos los tiempos, si no llego a decir que fue aquí y hace relativamente poco, alguno seguro que pensaría que se hizo en una «república bananera» o hace más de un siglo.
Esa temporada la Liga tenía 18 equipos y de ellos descendían 3 a Segunda División Al finalizar la temporada regular los 6 primeros clasificados se disputaban el título de Liga.
Se enfrentaron entre si en una liguilla en la que partían con los puntos conseguidos en la temporada regular. Como unas elecciones con segunda vuelta.
Raro, raro, raro…
Los equipos entre el séptimo y el duodécimo se enfrentaba a su ve en otra liguilla por un puesto en la extinta Copa de la Liga.
Por último, los 6 peores clasificados de la Liga regular se enfrentaban en otra liguilla por la salvación. Un batiburrillo considerable.
Como el papel lo aguanta todo, en teoría parecía un sistema perfecto. Alargaba la competición, aportando una mayor recaudación a los clubes y teóricamente mantenía la emoción hasta el final en todas las zonas de la tabla. Evitando posibles amaños o desinterés de las aficiones.
Al finalizar la temporada regular se empezaron a evidenciar ciertas carencias en el sistema.
En cabeza, Real Madrid y Barcelona, llegaron con una ventaja casi insalvable respecto al tercer clasificado, por lo que el título de Liga sería a todas luces un mano a mano, que finalmente se decantó del lado merengue por 3 puntos.
Mallorca, Sporting de Gijón, Espanyol y Zaragoza se puede decir que competían de facto por una de las dos plazas restantes para jugar la UEFA. Aquí los pericos y los gijonenses se llevaron el gato al agua.
Además se dio la paradoja que al configurar la clasificación final, el Atlético de Madrid y la Real Sociedad, séptimo y octavo respectivamente, tenían más puntos que los tres anteriores.
De la misma forma que el duodécimo, el Sevilla tenía menos puntos que los dos equipos que le sucedían en la tabla. En definitiva un lío de pelotas que diría un paisano.
Los colchoneros se clasificaron para la Copa de la Liga en la plaza de la Liga de la zona tranquila.
La madre del cordero. El descenso
Donde se mantuvo la tensión intacta fue a la liguilla de la muerte, en la zona baja donde se jugaban la salvación y los descensos. Aquí llegó el verdadero lío.
De Athletic Club, Las Palmas, Sabadell, Osasuna, Racing y Cádiz, solo se salvarían 3.
Esto finalmente no sería así, ya que, a mitad de temporada se decidió ampliar las plazas de 18 a 20 equipos en Primera División. La casa de Tócame Roque vamos.
Tras esta modificación solo descendía el peor clasificado de la liguilla de 6. Dejando sin validez todo lo planteado con anterioridad.
El Cádiz recurrió la decisión por el cambio de normativa realizado con más de la mitad del campeonato disputado y el recurso fue aceptado.
Hay que tener en cuenta que el presidente del Cádiz, Manuel Irigoyen, era a su vez vicepresidente de la RFEF. Evítense las suspicacias.
Finalmente se decidió disputar la liguilla de la muerte solo entre los 3 peores clasificados.
Por un problema de fechas tuvo que ser a partido único, jugándoselo todo en una tanda de penaltis en caso de empate. Chapuza tras chapuza.
El gran perjudicado de la Liga del play-off
Osasuna, Racing de Santander y el propio Cádiz se enfrentaron a cara de perro por eludir la plaza de descenso en aquella pseudo competición de reglas improvisadas.
Navarros y cántabros tuvieron que tragar con la imposición de los capos de la Liga, que acabaría llevándose al Racing por delante a pesar de haber llegado a la última jornada con cierta ventaja respecto el colista.
Pese a tener cuatro puntos más que los gaditanos el Racing descendió en aquella Liga 86-87. La más bochornosa y peor organizada que se recuerda.
Los grandes beneficiados de todo este entuerto fueron Valencia CF y Celta de Vigo, que ascendieron un año después de bajar y el CD Logroñés que subió a la máxima categoría por primera vez en su historia.
Por si todo esto fuera poco, quedaba una chapuza más, la Copa de la Liga no se disputó, ya que 44 partidos de temporada liguera fueron más que suficientes para los clubes, que acordaron renunciar a un trofeo que no se volvió a disputar.
Así fue la temporada más surrealista del fútbol español. La de la Liga del play-off.