Esta última opción ya se dio en en el fútbol español. Y no es para que los dirigentes que la llevaron a cabo estén demasiado orgullosos.
La situación que vivimos en la actualidad es inédita desde el nacimiento del torneo, que estuvo paralizado durante la Guerra Civil durante 3 años, pero ya había finalizado la temporada correspondiente cuando arrancó el conflicto bélico.
La temporada 95-96 llegó con un par de novedades. Una menos importante, fue la primera en la que los jugadores fueron inscritos con un dorsal que no cambiarían en toda la temporada y que haría de matrícula.
Por otra parte la que nos compete, fue la obligatoriedad para todos los clubes de entregar a la LFP la cantidad equivalente al 5% de su presupuesto. Dicha cuota serviría de aval.
Era un intento por fiscalizar las cuentas de los clubes en una España donde el dinero negro estaba más si cabe a la orden del día que hoy.
Cambio radical
A priori puede parecer una normativa poco relevante y de escaso calado en la lucha contra la corrupción, pero en aquel momento significó la primera medida en busca de lo que ahora se conoce como Fair Play financiero.
Precisamente esa nueva normativa que aparentemente poco tenía que ver con lo deportivo cayó como una bomba en Primera División y significó de facto un cambio radical en la Liga de Fútbol Profesional (LFP).
Cumplido el plazo de entrega de avales. 1 de agosto de 1995. Sevilla FC y Celta de Vigo no habían cumplido con dicho requisito, por lo que la LFP comunicó a ambos clubes que debían abandonar el fútbol profesional. Ejecutaron un descenso administrativo a 2ªB.
En contraposición a esta medida notificaron a los dos descendidos esa temporada, Albacete Balompié y Real Valladolid, que mantendrían la categoría con el objetivo de mantener el número habitual de equipos participantes, 20.
Las malas lenguas dicen que el Real Madrid no presentó los avales necesarios y debió descender junto con Sevilla y Celta, pero esto no es del todo cierto. El País, en aquellos días publicó el lío administrativo que sufrió la entidad blanca.
El Banco Popular deposito el aval de 1.045 millones de pesetas a nombre del Real Madrid, dicha cantidad fue avalada por la directiva del club en aquel momento, pero a título personal.
Cuando llegó el momento de pagar los plazos de aquel préstamo, el club había reformado su junta directiva y el club presidido por Ramón Mendoza no se hizo cargo de los importes de los directivos salientes, como Villar Mir.
La casa de los líos
Aquella cuestión se convirtió en un litigio entre el banco, la LFP, los ex dirigentes y el Real Madrid, por hacerse cargo de la deuda.
Sevilla y Celta, nada mas finalizar el plazo presentaron sendos recursos a la LFP adjuntando documentos bancarios que acreditan que a 31 de julio los hispalenses tenían una cantidad cercana a los 85 millones de pesetas y los vigueses a los 45.
De esta forma cuestionaban la buena gestión de la LFP, acusando a sus dirigentes de negligencia. A día de hoy conoce por qué estos documentos no llegaron a las oficinas de la LFP aquel 31 de julio de 1995.
El Sevilla no envió la documentación dando por bueno el aval depositado en 1991 con validez de 5 años, mientras que el Celta admitió años después que tras haber cambiado la directiva recientemente no hizo correctamente el trámite por inexperiencia. Como sainete del fax de De Gea pero hace 25 años.
Todos admitieron que la aplicación de la norma tan a rajatabla pilló por sorpresa en un país poco dado a las formalidades y menos aun en el mundo del fútbol.
El lío fue monumental. Cuatro ciudades abarrotaron las calles manifestándose en favor de su equipo. Cada una de ellas con su alcalde al frente, todos del PP, acompañados en todo momento por la oposición del PSOE.
Fueron unas jornadas reivindicativas sin color político donde solo podían verse los colores de los clubes afectados.
Solución: La Liga de 22
La cosa acabó en manos del Consejo Superior de Deportes que instó a la LFP a modificar el calendario y readmitir a Celta y Sevilla. No se podía rectificar la permanencia de Albacete y Valladolid, que eran miembros de pleno derecho.
El CSD calificó aquella solución como la menos mala, ya que, el inicio de la Liga apremiaba y no podía dilatarse más la toma de una decisión. El 16 de agosto la Liga se reunía de urgencia con representantes de los 38 clubes del futbol profesional.
4.000 aficionados del Celta se aglutinaron a las puertas de la sede de la LFP y se hicieron notar durante las 4 horas que duró la reunión.
Finalmente, el 16 de agosto la Liga dictaminó que readmitía a Celta y Sevilla en una Liga de 22 que se mantendría durante 2 temporadas para después volver a los 20 equipos.
La imagen del acuerdo fue el apretón de manos entre Ramón Mendoza y Joan Gaspart tras una breve charla:
“Ramón, ¿estás de acuerdo? Tú, sí; yo, también»
Tras la solución definitiva las aficiones de los equipos afectados se echaron de nuevo a las calles para celebrar como si hubieran ganado un título.
Más especial aún si cabe fue la salida de los hinchas celtarras, agradeciendo a Lendoiro, presidente del máximo rival, su apoyo durante el conflicto.
Aquella reunión se aprovecho por parte de Barcelona, Real Madrid y Deportivo de la Coruña para alcanzar un acuerdo que redujera en un futuro la Liga a solo 18 equipos, pero no se consiguió por la oposición frontal de los clubes más modestos, que contaron con el apoyo fundamental del carismático Jesús Gil.
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