La historia del penalti más largo del mundo inspiró un magnífico cuento de Osvaldo Soriano, adaptado al cine con el mismo título en 2005. Tiene su base de realidad en un partido de una Liga regional del fútbol argentino disputado en la provincia de Río Negro.
Los hechos sucedieron el 29 de noviembre de 1953 en la vieja cancha de Cipolletti en su duelo contra Unión Alem Progresista, el eterno campeón, frente a un equipo que a duras penas se mantenía en mitad de la tabla año tras año.
A falta de 8 minutos para la conclusión del choque los locales botaron un saque de esquina que impactó sobre la mano de un defensa visitante. Con 3-3 en el marcador a los locales les faltaba un gol para ponerse por delante.
Pese a las amargas quejas de estos el árbitro señaló pena máxima. La escalada de tensión derivó en una invasión de campo que supuso la suspensión del partido. Días después ambos conjuntos acordaron que este se reanudara el 12 de diciembre a las 19.30 de la tarde.
El desenlace
13 días después se ejecutó el penalti más largo del mundo. Todo ese tiempo “Perico” Riguetti estuvo ensayando su lanzamiento y, en el equipo contrario el guardameta Otto “Tomate” Benjamín parando uno tras otro.
Aquel duelo al sol, el del penalti más largo del mundo, se lo llevó el portero. El delantero le pegó mordido y el lanzamiento se fue marchó fuera pegado al poste izquierdo. David “paró” a Goliat. El fútbol es maravilloso, entre otras muchas, por este tipo de cosas.
Ese error dejó tocados a los locales que no pudieron revertir la situación en el escaso tiempo restante y el título fue para Unión que hizo valer su victoria 5-2 en el partido de ida.