Apenas un mes antes se habían proclamado campeones de la Copa del Rey, pero llevaban un camino tortuoso en la Liga y, pese a depender de ellos mismos para salvarse llegaron a la última jornada con la soga al cuello.
Corría el último minuto de un choque en el que los blanquiazules igualaban sin goles con la Real Sociedad. Este resultado, unido a la victoria del Deportivo Alavés, significaba la pérdida de categoría para los locales, pero ahí apareció el canterano Ferrán Corominas para llevar al delirio a Montjuic.
En el último suspiro, el eterno capitán Dani Jarque colgó un balón a la desesperada, Pandiani la peinó y llegó a pies de Corominas que la controló y batió por bajo a Alberto.
De esta forma los “pericos” pudieron dar rienda suelta a sus pasiones y liberar la tensión acumulada durante todo el partido. Y no era para menos. Se habían salvado in extremis.