Si destacó por algo en especial sobre los terrenos de juego fue por su gran habilidad para marcar goles al primer toque.
Tenía un golpeo de balón exquisito, capaz de lanzar un misil con una violencia endiablada o de ponerla donde quería con un toque sutil.
Una de sus grandes especialidades fueron las voleas, golpeando el balón sin dejarla caer al suelo. Así llegaron muchos de los mejores goles de su carrera, algunos de ellos acomodando el cuerpo de forma acrobática.
Este gol de Mark Hughes llegó en el derbi entre Manchester United y Manchester City disputado en 1989.
El tanto lleva su sello de identidad y es de una plasticidad descomunal. Pese a esta genialidad los Sky Blues se impusieron a los Red Devils 5-1. Un golazo que de poco sirvió.