El futbolista uruguayo es uno de los grandes iconos del Albacete Balompié, conocido en la época como “Queso Mecánico”, en el que jugó durante siete años divididos en dos etapas.
En la primera de ellas dejó esta auténtica obra de arte. El 3 de abril de 1993 se midieron en el Carlos Belmonte Albacete y Atlético de Madrid.
Los manchegos peleaban por evitar los puestos calientes de la clasificación, mientras que los colchoneros trataban de reengancharse al campeonato, aunque estaban lejos de la cabeza con diez jornadas por disputar.
Luis García adelantó a los visitantes en el minuto 11 y, poco después Rommel Fernández puso la igualada. El empate no era suficiente para ninguno de los dos, aunque era más valioso que en la actualidad (entonces las victorias aún se premiaban con dos puntos).
Antes del intermedio llegó el gol de Zalazar. Una obra de arte desde 54 metros. El centrocampista cogió el balón a pocos metros del círculo central y sin pensarlo dos veces chutó a portería.
Fue un auténtico misil que cogió la altura justa para hacer inútil la estirada de Diego que vio impotente como aquel gol de Zalazar dio la victoria a los locales.