En aquella época, la selección era un combinado modesto, con una valoración interna y unos objetivos muy por encima de sus posibilidades reales.
La Eurocopa de 1964 quedaba muy lejos en el tiempo y las hazañas de la selección española se reducían a la clasificación para los grandes torneos, aunque fuera en la repesca.
A pesar de ser una de las habituales en las grandes citas, toda la expectación generada, principalmente de puertas adentro, terminaba chocando (en el mejor de los casos) con la barrera de los cuartos de final.
La «España Clemente» desde 1992 no hacia gala de un juego vistoso, más bien todo lo contrario.
Normalmente era rácano y tremendamente resultadista. La solidez defensiva era su principal arma, para lo cual llegaba incluso a formar un doble pivote con dos zagueros.
Fuego amigo
Su portero de confianza siempre fue Andoni Zubizarreta, un fijo también durante su etapa como entrenador del Athletic Club, independientemente de su estado de forma o el de sus competidores.
El 13 de junio de 1998 debutaron en el torneo francés España y Nigeria
«Las Súper Águilas» acudieron por primera vez a una Copa del Mundo cuatro años antes en Estados Unidos y, a esta cita llegaban como una de las mejores selecciones africanas de todos los tiempos.
Hierro adelantó a los españoles en el 21′ y Mutiu puso la igualada tres minutos después. Raúl volvió a poner por delante a «La Roja» al comienzo de la segunda parte, pero todo se fue al traste en cinco minutos fatídicos.
En el minuto 73 un centro de Lawal desde la izquierda besaba las mallas con la inestimable ayuda de Andoni Zubizarreta.
El veterano guardameta vasco ya no estaba al nivel de antaño y en esta jugada quedó demostrado para el mundo entero.
El drama se tornó en tragedia cuando Oliseh logró el definitivo 3-2 para los nigerianos en el minuto 78. En aquel partido España se puso la zancadilla a sí misma para terminar eliminada a las primeras de cambio.