Contra todo pronóstico, Jules Rimet desestimó todas las candidaturas del Viejo Continente decantándose por Uruguay, ya que, el país anfitrión corría con todos los gastos organizativos y estaba construyendo un gran estadio para conmemorar los 100 años de su constitución.
Además de estas cuestiones económicas, Uruguay era la potencia futbolística del momento, Medalla de Oro en los Juegos Olímpicos de 1924 y 1928.
La designación de una sede sudamericana sentó a cuerno quemado en Europa. Ese malestar se manifestó en una cascada de renuncias entre las selecciones europeas.
Aunque todo apunta a boicot europeo, como norma general, alegaron problemas económicos. Todo bajo la coyuntura económica de la Gran Depresión.
El primer Mundial de fútbol se disputó finalmente en Uruguay en 1930. Con 13 participantes, en su mayoría combinados americanos, aunque con algunos representantes europeos, Yugoslavia, Rumanía, Bélgica y Francia.
Los asistentes europeos, fueron más bien los que no pudieron eludir la cita. Francia, no podía faltar, ya que, Jules Rimet era francés y presionó para que participaran.
El caso de Rumanía se debe a un acuerdo personal del rey rumano con Rimet, así como Bélgica, que se rindió ante las presiones del vicepresidente de la FIFA.
En lo meramente deportivo a nadie se le escapaba que la cosa estaría entre los anfitriones y sus vecinos argentinos, campeones de la Copa América de 1927.
Todo apuntaba hacia un combate «a muerte» entre los dos países vecinos que habían disputado la final de los Juegos Olímpicos en 1928.
Conflictos vecinales
Uruguay trato desde el principio de desestabilizar a su máximo rival, incluso recurriendo a técnicas un tanto reprobables.
‘Pancho’ Varallo contó como la ciudad de Montevideo se convirtió en tierra hostil para la albiceleste, que padecía el hostigamiento constante de la afición charrúa, impidiéndoles dormir por las noches e incluso recibiendo amenazas e insultos en cada entrenamiento.
A lo largo del torneo se sucedieron algunas situaciones poco comunes. Los charrúas marcaron un gol a Rumanía con el médico asistiendo dentro del terreno de juego a un jugador.
En el Argentina vs Francia, el colegiado pitó el final 6 minutos antes, cuando un jugador francés se dirigía solo hacia la portería albiceleste. Esto desembocó en la invasión del campo y una batalla campal entre policía y aficionados.
Cuando se dispersó a los aficionados se obligó a los argentinos a salir de las duchas y jugar los 6 minutos restantes. El argentino Roberto Cherro no pudo volver a salir al campo, ya que, se desmayó fruto de la tensión acumulada
A pesar de todo los argentinos se plantaron en la final, que como era de esperar les mediría a la anfitriona. Se especula que los cruces se orquestaron para que no se enfrentaran antes de la final.
Tensión final
La rivalidad era tremenda y unos 20.000 aficionados argentinos cruzaron el río de la Plata para apoyar a sus paisanos en la final.
Como medida extraordinaria cachearon a todos los asistentes al encuentro para evitar que se introdujeran armas de fuego al estadio. Se temían graves altercados.
Antes de arrancar el encuentro hubo un último conflicto. Con los nervios a flor de piel y ante tanta sospecha de uno y otros, no fueron capaces de ponerse de acuerdo para elegir un balón. Finalmente decidieron jugar una parte con el esférico argentino y la otra con el charrúa.
Los medios argentinos publicaron que Luis Monti, la estrella local, se negaba a jugar, supuestamente por miedo, aunque finalmente fue alineado.
La albiceleste, tal vez contagiada por su público, repartió estopa de lo lindo con total impunidad.
Al descanso Argentina ganaba 1-2, pero la tensión era insostenible y el miedo se apoderó de los jugadores de la albiceleste, atenazados por aquel ambiente prebélico.
El vestuario parecía funeral, con jugadores envueltos en un mar de lágrimas temiendo por sus vidas.
A su regreso al terreno de juego, lo que se encontraron fue peor todavía. Unos 300 militares con las bayonetas caladas rodeaban el campo.
No creo que nadie piense que aquello inspiró mucha seguridad a los argentinos. Aquel contingente no parecía allí plantado para defenderles.
Derrumbe argentino. Victoria charrúa
El otrora poderoso Luis Monti se derrumbó y les dijo a sus compañeros que no podía hacer nada más. Cada vez que un rival caía, fuera o no por intervención suya, se quedaba levantándolo con actitud de disculpa. Estaba paralizado por el miedo.
Uruguay dio la vuelta al resultado y con aquel 4-2 se convirtió en campeón del primer Mundial de fútbol.
Se supo tiempo después que el colegiado del encuentro había solicitado protección personal a la FIFA, además de un seguro de vida. Según él no lo necesitó porque ganaron los locales, pero temía por su integridad física.
Además de la presión mediática y la intimidación a la que se sometió a todo el equipo argentino, el jugador franquicia de aquella selección, Luis Monti, desveló otro tipo de amenazas.
La confesión de «Doble Ancho»
Supuestamente recibió la visita de dos agentes italianos (Marco Scaglia y Luciano Benti) enviados por el propio Benito Mussolini, que amenazaron de muerte a Luis Monti y a su familia si ganaban aquel Mundial.
A su vez le trasmitieron una oferta para fichar por la Juventus y la concesión de la ciudadanía italiana.
No existe ninguna prueba fehaciente de que aquello ocurriera, pero es la versión reconocida por sus propios compañeros. Al contrario que la opinión pública argentina, que lo repudió desde entonces, sus compañeros siempre lo exculparon.
Una derrota así frente a tu eterno rival siempre es difícil de digerir. Para empezar hubo un intento de asalto en la embajada uruguaya en Buenos Aires. Se culpó de la derrota a Luis Monti por su bajo rendimiento en la final. Nunca se lo perdonaron.
Lo cierto es que al año siguiente Luís Monti fichó por la Juventus y recibió la ciudadanía italiana. Con menos de un año de diferencia «Doble Ancho» dejaba de vestir la albiceleste para enfundarse la azzurra.
El drama de Monti no terminó aquí, escapó de «La década infame» de Argentina para meterse en la Italia fascista, pero eso ya es otra historia.