Fue en la primera edición disputada en 1930 en casa de su vecino Uruguay. Cayeron 4-2 ante un equipo que había conquistado dos Juegos Olímpicos consecutivos, considerados antes de la irrupción del Mundial como el máximo torneo a nivel de selecciones.
Ahora les tocaba organizar un campeonato marcado por la dictadura militar que padecía el país. César Luis Menotti, un hombre que no ocultaba su ideología de izquierdas era el encargado de llevar a sus pupilos de la albiceleste hacia la gloria.
Todo el país clamó contra el técnico rosarino cuando decidió dejar fuera de la convocatoria a una joven perla de apenas 17 años que despuntaba en Argentinos Juniors. Diego Armando Maradona.
Diego se tomaría su particular venganza bordándolo un año después en el Mundial juvenil de Japón y aún más sonada sería su extraordinaria actuación en México ’86.
Entre los 22 convocados si estaba un joven goleador que un año antes había fichado por el Valencia CF, tras vestir la camiseta de Instituto de Córdoba y Rosario Central. Mario Alberto Kempes.
Ya había sido dos veces máximo goleador en el Campeonato Argentino y otras dos Pichichi de la Liga. Un goleador voraz “El Matador”.
Gafado
Los jugadores y cuerpo técnico se aislaron del tenso clima social y las barbaries que estaba cometiendo la dictadura con un único objetivo. Ganar y llevar un poco de alegría a su pueblo.
El 2 de junio de 1978 debutaba Argentina en “su” torneo con llenazo en el Estadio Monumental. En los primeros partidos. un equipo diseñado para ganar tuvo muchos problemas para marcar y sacar los partidos adelante.
Ganaron 2-1 a Hungría. Idéntico resultado ante Francia y cayeron por la mínima frente a Italia. Resultado que les mandaba a jugar la segunda fase a Rosario.
Hasta ese momento los cuatro tantos de la albiceleste habían sido obra de Leopoldo Luque (2), Daniel Bertoni y Daniel Passarella de penalti. De “El Matador” ni rastro, pese a no haberse perdido ni uno solo de los 270 minutos disputados por su equipo.
¡Mario, aféitese!
Antes del primer duelo de la segunda fase que enfrentaba a la anfitriona contra la dura Polonia de Boniek, Lato y compañía, el técnico apartó a su goleador y le dijo lo siguiente:
Desde ese momento Kempes se afeitó antes de cada partido. El bigote de Kempes desapareció y comenzaron a llegar los goles del “10”.
Puso fin a su sequía con un cabezazo en el minuto 16 del encuentro frente a los polacos. No quedó saciado y repitió con un zurdazo en el 71’. El bigote maldito se había esfumado y Kempes ya no iba a parar marcar.
El empate sin goles ante Brasil y la victoria 3-1 de los carioca contra Polonia obligaba a los argentinos a meter 4 a Perú, en uno de los partidos más polémicos de la historia.
Su selección le necesitaba y “El Matador” volvió a aparecer. Otro doblete en el 6-0 contra “La Blanquirroja”. Kempes abrió el marcador en el 21’ culminando una gran jugada.
En el 48’ puso a un solo gol el objetivo de su equipo resolviendo una jugada en el área pequeña. Tarantini, Luque y Houseman se unieron al festival goleador y lograron la clasificación para la final 48 años después.
Para mi las naranjas
En el Monumental de Buenos Aires tendrían enfrente al equipo de moda. La «Naranja Mecánica”, finalista 4 años antes.
No estaba su estrella Johan Cruyff, pero seguían siendo un equipo temible con los Rep, Resenbrink, Neeskens y compañía.
Kempes ya acostumbrado a saborear los cítricos valencianos se merendó a Holanda aquella tarde invernal del 25 de junio de 1978.
En el minuto 38 abrió el marcador. Gana la partida a su marcador y bate por bajo a Jongbloed. Dick Nanninga mandaría la final a la prórroga en los instantes finales.
De nuevo iba a ser el imberbe Mario Kempes el héroe de su equipo. Tras una jugada embarullada el ariete remacha el balón al fondo de las mallas ante la oposición de dos zagueros holandeses.
El delirio fue total cuando Bertoni rubricó la victoria albiceleste a cuatro minutos del final con una “Oranje” completamente volcada.
Argentina ya tenía su Mundial.. La desaparición de el bigote de Kempes había liberado su alma de killer. Nacía un nuevo héroe y 3.455 padres decidieron ese año llamar a su hijo Mario Alberto.
En los tres primeros partidos no fue capaz de marcar. En los cuatro siguientes logró 6 tantos convirtiéndose en el máximo goleador del torneo.
Los podéis ver todos recopilados en el siguiente vídeo. Por supuesto sin bigote: