Más allá de los éxitos sobre el terreno de juego, fue uno de los grandes impulsores de la denominada “Democracia Corinthiana”. Un modelo de autogestión por parte de los futbolistas, que además sirvió como herramienta para concienciar a la sociedad de la necesidad de terminar con la dictadura que dirigía Brasil en aquel momento.
En sus seis años en Corinthians, Sócrates disputó 298 encuentros en los que logró 172 goles y, levantó en tres ocasiones el Campeonato Paulista. En 1983, un año antes de poner rumbo a la Fiorentina, Sócrates dijo en una entrevista: “Quiero morir un domingo y con Corinthians campeón”.
Después de su breve periplo en Italia, regresó a su país, donde siguió jugando hasta 1989, en Flamengo, Santos y Botafogo, el mismo club en el que debutó como profesional en 1974.
El desenlace deseado por Sócrates
Una vez retirado de los terrenos de juego, se dedicó a su otra gran pasión, la medicina, abriendo una clínica para deportistas en Ribeirao Preto. Siguió ligado al deporte como comentarista y no dejó de lado el activismo, escribiendo columnas en la prensa brasileña.
Con 57 años y una salud muy mermada, ingresó en un hospital a comienzos de diciembre de 2011 por una intoxicación alimentaria, falleciendo en la madrugada del día 4 de ese mismo mes.
Horas después y tras homenajearle en los prolegómenos del encuentro con el puño en alto, como él solía celebrar sus goles, los jugadores de Corinthians cumplieron su deseo alzando el quinto Campeonato Brasileño en la historia del club.
Así se cerró el círculo. Murió la leyenda Sócrates y se cumplió su deseo pronunciado 28 años antes, con el “Timao” proclamándose campeón.