La de Robert Schlienz es una historia de constante superación, el triunfo de la voluntad de una persona que quería practicar el deporte que amaba pese a todas las trabas que le puso la vida en el camino.
A base de esfuerzo y sacrificio logró convertirse en una de las mayores leyendas del Stuttgart.
Nació un 3 de febrero de 1924 en Zuffenhausen (Alemania) y el gran primer contratiempo le sobrevino antes de llegar a la mayoría de edad. Fue enviado al frente oriental durante la Segunda Guerra Mundial y allí recibió un disparo que le destrozó la mandíbula.
Aquel percance que le dejó de recuerdo una enorme cicatriz en el rostro y le permitió regresar a su país para centrarse en su pasión, el fútbol. Jugó en el equipo de su ciudad natal, FV Zuffenhausen, hasta que en 1945 recaló en el Stuttgart, club en el que permaneció hasta la retirada 15 años después.
En su primera campaña con “Los Rojos” anotó 46 goles en 30 partidos que ayudaron a su nuevo club a conquistar su primer título, la Oberliga Süd, estableciendo además un récord goleador que nadie pudo superar en este extinto torneo regional.
El renacer
Tenía apenas 22 años y ya era toda una leyenda del fútbol germano cuando un accidente acaecido el 14 de agosto de 1948 cambió su vida para siempre. Un día antes falleció su madre y, para no perderse el partido de su equipo, tras el funeral alquiló una furgoneta para cubrir los 70 kilómetros que separan Aalen y Stuttgart.
El calor hizo que viajara con las ventanillas bajadas y un brazo apoyado en la del conductor. Perdió el control del vehículo en una curva y terminó volcando. Sobrevivió al accidente pero le tuvieron que amputar el brazo y el antebrazo izquierdos.
Lo que para cualquiera de los mortales hubiese sido el fin de su carrera deportiva, para Schlienz fue un renacer futbolístico. Uno de los grandes artífices del milagro fue su entrenador Georg Wurzer, que le animó a seguir jugando, adaptó los entrenamientos a su discapacidad y cambió su posición en el campo, colocándole en la banda.
Tres meses después del accidente regresó a los terrenos de juego para continuar con su leyenda. Como referencia en ataque ayudó al Stuttgart a conquistar sus dos primeros Campeonatos de Alemania (1950 y 1952), así como dos Copas de Alemania en 1954 y 1958 respectivamente. A día de hoy sigue siendo la etapa más dorada en la historia del club.
Leyenda del fútbol alemán
Pese a sus grandes actuaciones el seleccionador Sepp Herberger no vio como incluir a Robert Schlienz en su sistema de juego y esto le privó de ser campeón del mundo en 1954 en la final bautizada como “Milagro de Berna”.
Un año más tarde se convirtió en el primer futbolista sin un brazo y, único hasta la fecha, en ser internacional absoluto
Se retiró en 1960 tras partidos 391 y 143 goles, contribuyendo de forma más que notable a dar la mitad de los títulos que posee el Stuttgart en su centenaria historia.
Tras colgar las botas regentó una tienda de regalos y fue directivo del equipo de sus amores en varias etapas. Falleció en 1995 y tuvo un entierro multitudinario a la altura de su leyenda.
Hoy el campo donde juegan las categorías inferiores del Stuttgart lleva el nombre de Robert Schlienz, un hombre que superó con esfuerzo y tesón todas las adversidades para dedicarse al deporte que amaba.