El psitolero holandés Ronald Koeman sacó su fusil para desterrar de un cañonazo todos los complejos acumulados década tras década por la afición culé.
Los italianos siguen diciendo que no fue falta. Sea como fuere era el sitio ideal para el “4” culé. En mirada se mezclaba la tensión del que sabe que no puede fallar y la confianza del que se siente como pez en el agua porque en su especialidad.
Toma carrera. Corta. Tres o cuatro pasos. Stoichkov la toca suavemente. Bakero se la para. La barrera se echa encima. El cañonero desenfunda y suelta un zurriagazo que se cuela en la meta de Pagliuca.
Gol de Koeman. El FC Barcelona es campeón de Europa y Wembley se convierte en un lugar de peregrinación para cualquier aficionado culé.
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