En 118 años de enfrentamientos el resultado más repetido es 1-1. Ha habido de todo. Goleadas como visitante, como local, pero nunca una como la registrada el 13 de junio de 1943.
A partir de esa fecha la rivalidad entre Real Madrid y FC Barcelona no volvió a ser lo mismo.
Fue el detonante. El inicio de las hostilidades, que unido a un componente político e ideológico convirtieron este encuentro en una de las mayores rivalidades del planeta fútbol.
No había sido una buena temporada para ninguno de los dos equipos. El Barcelona quedó tercero y el Real Madrid décimo a tan sólo un punto de la promoción de permanencia.
Les tocaba verse las caras en las semifinales de Copa. Su única opción de tocar metal ese año.
Todo parecía ponerse de cara para los azulgrana en el partido de ida con un esperanzador 3-0 en Les Corts.
Los jugadores blancos se emplearon con dureza y fueron constantemente abucheados por la parroquia culé. Una hostilidad inusitada hasta el momento en el fútbol español, donde reinaba la cordialidad.
Quedaba mucha tela que cortar en aquella eliminatoria. La prensa madrileña se encargó de caldear el ambiente, llegando a afirmar que la pitada a los jugadores blancos tenía como fin desprestigiar a España.
Vendetta blanca
Fútbol. Política. Un batiburrillo de sentimientos encontrados que terminó en incendio.
El encuentro de vuelta se disputó una semana después en Chamartín. Con cada entrada se se entregó un silbato.
La hostilidad se hacía patente cada vez que un jugador visitante entraba en contacto con el balón con una melodía interpretada por 20.000 pitos.
De lo sucedido en el vestuario culé hay varios supuestos protagonistas. Versiones cuentan que fue el director general de Seguridad del Estado otras que era el jefe superior de Policía e incluso algunos llegaron a afirmar que el propio Franco en persona fue quien reunió a los futbolistas del Barça para decirles lo siguiente:
Algunos jugadores ya habían tenido sus más y sus menos con la dictadura. Hablando mal y pronto, los que vivieron aquel partido cuentan que salieron acojonados al campo.
La ventaja de 8-0 para los blancos en los primeros 45 minutos, un resultado del todo anormal, podría ser sintomático del terror que atenazaba a los jugadores visitantes.
Para los blancos anotó Barinaga un póker. Pruden un hat-trick. Doblete de Alonso y un gol de Botella y Curta respectivamente. El testimonial gol visitante fue obra de Mariano Martín.
Al final de los 90 minutos el marcador mostraba un más que sorprendente 11-1 a favor de los merengues. Y pudieron ser más, ya que, el colegiado Celestino Rodríguez, anuló cuatro goles a los locales.
La prensa madrileña, aleccionada y controlada por el régimen (como todo en España en esa época) se hizo eco de la gesta de su equipo con toda clase de alabanzas.
Consecuencias de la goleada
Solo hubo un joven periodista, barcelonés y acérrimo seguidor del Espanyol, que vio la sombra de la sospecha en aquel encuentro. Juan Antonio Samaranch escribió lo siguiente en La Prensa:
Años más tarde el presidente del COI reconoció que tras aquella crónica, fue invitado “amablemente” a dejar su colaboración en el diario. Le retiraron el carné de periodista y tardó 9 años en volver a firmar un artículo.
Aquella plantilla azulgrana quedó muy tocada. Su guardameta Lluís Miró, que recibió una constante lluvia de objetos durante el encuentro, decidió no volver a vestirse de corto tras la mayor goleada en un Clásico.
En Cataluña bautizaron el encuentro como “el escándalo de Chamartín” o “el partido de la vergüenza”.
El régimen franquista. Empeñado en transmitir una imagen amable del pueblo español obligó a dimitir a los presidentes de ambos clubes y a pagar una multa de 25.000 pesetas.
Llegaron dos nuevos, Santiago Bernabéu y José Antonio Albert. Su primer misión fue organizar dos encuentros para rebajar la tensión.
La mayor goleada en un Clásico fue en parte infructuosa. El Real Madrid alcanzó la final de Copa, pero sucumbió ante el Athletic Club con un gol de Telmo Zarra . «Los Leones» lograron el tercer doblete de su historia.
Para lo que si “sirvió” aquel partido es para dar inicio a las hostilidades entre ambos clubes. El ambiente cordial vivido en el fútbol español hasta esa época no volvió a ser igual. Fue el fin de la paz entre Real Madrid y Barcelona.