El fútbol, como todo en la vida, es cuestión de gustos. En mi caso he de admitir que los futbolistas de carácter explosivo son mi debilidad. Seguramente porque me gusta ver el lado más humano de esos ídolos de masas y ellos nos lo muestran más a menudo.
Se cumplen 30 años del fichaje por el FC Barcelona de uno de esos talentos de personalidad volcánica, Hristo Stoichkov.
La Quinta del Buitre venía de levantar su “quinta” Liga consecutiva y Hugo Sánchez había conseguido la Bota de Oro, empatado con aquel búlgaro casi desconocido del CSKA de Sofía.
Antes de que finalizase el Campeonato de Liga, allá por el mes de mayo, el club azulgrana decidió apostar fuerte por aquel extremo zurdo que estaba a punto de compartir galardón con el ariete del eterno rival.
Algo tuvieron que ver los 3 goles que Stoichkov le hizo al Barcelona en la semifinal de la Recopa de Europa un año atrás.
Finalmente, la operación se cerró a principios de mayo de 1990 y, unos 400 millones de las antiguas pesetas tuvieron la culpa. Para los millenials, unos 2,5 millones de euros.
“El Gitano” era todo un talent. Habilidoso. Rapidísimo y con gran definición. Muchos señalan su temperamento como su mayor defecto, yo creo que sin ese carácter su carrera no habría sido la misma.
Carácter indomable
Vivía cualquier lance del juego como la jugada definitiva del partido de su vida. Como se suele decir, no le gustaba perder ni a las chapas y eso le jugó mas de una mala pasada durante su vida deportiva.El Barcelona afrontaba su tercera temporada con Johan Cruyff en el banquillo. Las dos anteriores se habían saldado con una Recopa de Europa y una Copa del Rey.
Algo había cambiado en la 1990-1991. Los culés se alzaron al liderato en la jornada 2, puesto que no abandonarían hasta el final del campeonato.
Mayor mérito, si se tiene en cuenta los imprevistos que fueron surgiendo. Ronald Koeman, un pilar básico en el esquema de Cruyff, se rompió el tendón de Aquiles en la jornada 9, dejándole 3 meses en el dique seco.
«El Pistolero» Stoichkov también estuvo un tiempo sin jugar, aunque por motivos bien distintos.
El 5 de diciembre de 1990 se disputaba en el Camp Nou el partido de ida de la Supercopa de España, entre FC Barcelona y Real Madrid, campeón de Copa y Liga respectivamente.
Con el 0-0 inicial en el marcador se llegó al minuto 40 y, lo que a priori era una jugada intrascendente, iba a marcar el devenir del encuentro.
El Barcelona saca rápido una falta que pilla por sorpresa hasta al realizador y la escena apenas aparece en pantalla.
Tras el saque el balón va a parar a los pies de Stoichkov, pegado a la cal izquierda, en una acción que no capta la cámara nítidamente, Chendo derriba al búlgaro y el balón sale de banda.
Stoichkov cae sobre la línea justo delante del banquillo culé y el colegiado Urizar Azpitarte le indica que se levante, señalando saque de banda para los merengues.
El pisotón de Stoichkov a Urizar Azpitarte
La grada protesta la decisión y se escucha una atronadora música de viento. Cruyff, azuzado por el clamor popular, protesta y gesticula ostensiblemente hasta ser expulsado.
Esto provoca más indignación si cabe en la parroquia blaugrana, que comienza a mostrar pañuelos blancos en señal de repulsa. el lío estaba montado
Mientras tanto Hristo, que permanecía junto al colegiado, sigue protestando la jugada, hasta que Urizar Azpitarte le muestra la tarjeta roja. El Camp Nou es un polvorín y comienza la lluvia de objetos al terreno de juego.
A pesar de la expulsión Stoichkov no se rinde y continua protestando la decisión arbitral mientras el colegiado le señala la salida del terreno de juego.
De pronto, el colegiado vasco se aleja de la acalorada discusión cojeando entre ostensibles gestos de dolor.
La escena es un tanto confusa. Los miembros del cuerpo técnico del Barça intentan llevarse a su jugador. Se aprecia una infinidad de objetos sobre el verde y el comentarista achaca la dolencia a un posible impacto de algún objeto lanzado por el público.
Nada más lejos de la realidad. El búlgaro había hecho de las suyas. Su temperamento le había traicionado una vez más. Estábamos ante el famoso pisotón de Stoichkov a Urizar Azpitarte. El espectáculo era dantesco.
El partido continuó y aunque sea lo de menos, el Real Madrid terminó ganando 0-1 con gol de Míchel. La no cesó tras la conclusión del encuentro, momento en el que Hugo Sánchez dedicó un obsceno gesto al público culé.
En la vuelta, ya sin Stoichkov, los blancos vencieron cómodamente 4-1, levantando su único trofeo de la temporada.
La redención
Aquel calentón le costó a Stoichkov una sanción de seis meses, que finalmente se redujo a dos meses.
Antes del pisotón de Stoichkov a Urizar Azpitarte, el búlgaro llevaba 7 tantos y lideraba la tabla de goleadores de la Liga. A pesar de la sanción fue el máximo goleador del equipo culé con 14 goles, aunque le fue imposible alcanzar los 19 goles de Butragueño.
El polémico delantero entró pisando fuerte en el salón de la fama blaugrana, hasta tal punto que aquel lance fue tomado por la grada como un síntoma de compromiso e instantáneamente paso a ser un ídolo de la afición, además de referente del equipo.
La parroquia culé siempre perdonó esos “pecaditos” del búlgaro, seguramente porque los compensaba con creces en forma de goles y compromiso.
No quiero acabar sin recordar que a pesar del incidente la relación entre Urizar y Hristo siempre fue buena, tomando al pie de la letra aquello de «lo que pasa en el campo, se queda en el campo».
Stoichkov siempre ha afirmado no arrepentirse de aquel pisotón, aunque por otra parte reconoce que marcó su carrera en España.
Décadas después del incidente, Hristo pidió perdón al colegiado en forma de invitación. Un viaje con gastos pagados para Urizar Azpitarte y su mujer a su Bulgaria natal, donde recibió un homenaje.