Era la última jornada de la First Division y aquel día jugaban Sheffield United y Leicester City, los primeros con mínimas opciones de alcanzar los puestos europeos y los visitantes con al tranquilidad de haber asegurado la permanencia un año más en la máxima categoría del fútbol inglés.
“The Blades” ganaron 4-0 con goles de Keith Eddy, John Flynn, David Bradford y Tony Currie, pocos recuerdan el resultado de aquel día, pero nadie olvida el gesto que protagonizó este último con su amigo Alan Birchenall.
Mimetizados con la moda de la época ambos lucían largas melenas y un espíritu rebelde muy propio de una época de cambios, la década de los 70. Currie llegó a. Sheffield un año después de que Birchenall pusiera rumbo al Chelsea.
En una pugna por el balón ambos chocan y caen al suelo. Mientras se ríen “Birch” le dice a Tony que le de un besito poniéndole morritos. Su amigo accede y le planta un “piquito”, protagonizando algo nunca visto hasta ese momento sobre un campo de fútbol.
Iconos contra la homofobia
“The kiss” fue portada en todos los tabloides ingleses, con frases más o menos afortunadas esos ya dependiendo del medio. El revuelo en el Reino Unido fue monumental. Se convirtió en cuestión de Estado y llegó hasta el Parlamento.
Los rumores sobre que Tony Currie y Alan Birchenall mantenían una relación sentimental circularon durante bastante tiempo, ambos intentaron alejarse del foco mediático y cuando salían a la calle procuraban hacerlo acompañados de sus mujeres para no avivar el fuego de aquella absurda polémica.
Mientras algunos planteaban la posibilidad de sancionar a ambos jugadores, aquel beso se convirtió en un símbolo contra la homofobia. Se había cruzado una frontera. El tabú empezaba a tambalearse y no era algo que todo el mundo estaba dispuesto a aceptar.
El beso. Cuestión de Estado
Birchenall contó que recibió cartas incluso de políticos reprobando aquel comportamiento, mientras por otra parte una revista gay alemana le ofreció escribir una columna en su publicación.
Pese a que ambos tuvieron unas notables y amplias carreras futbolísticas, Currie es uno de los grandes estandartes del Sheffield United y Birchenall embajador del Leicester durante las últimas décadas, pero si por algo son recordados ambos es por el beso sobre el césped de Bramall Lane.
La fotografía fue premiada y ambos fueron invitados a recoger el galardón, aunque finalmente no acudieron.
Aquel ruido alrededor de este beso destapó lo peor de la sociedad y mostró a las claras los prejuicios existentes en el mundo del fútbol (que perduran en la actualidad) entorno a la homosexualidad. Pocos futbolistas se han atrevido a “salir del armario” y los que lo han hecho no lo han pasado nada bien. Seguramente el caso más extremo lo vivió en sus carnes Justin Fashanu.
Por otra parte, en aquella época de constantes cambios este beso se convirtió en símbolo contra la homofobia y perdura en nuestros días. Tony Currie y Alan Birchenall rememoran cada año aquel instante besándose en los morros. Libres de prejuicios.