Su vida nunca fue fácil, pero tras esa declaración fue un auténtico calvario ¿Por qué? Como siempre. La intolerancia. Justin Fashanu tuvo el coraje para liberarse de sus cadenas, pero lo pagó muy caro.
Hoy queremos homenajear al primer futbolista que reconoció abiertamente ser gay, algo nada fácil, con la homofobia imperante en el deporte rey.
Justin Fashanu fue doblemente pionero. Primer futbolista en salir del armario y, el primer jugador negro cuyo fichaje costó más de un millón de libras. Una barbaridad de dinero para la época.
Todo se empezó a torcer tras su desembarco en el equipo inglés de moda. El doble campeón de Europa. El Nottigham Forest de Brian Clough, donde llegó para sustituir a su estrella, Trevor Francis.
Su fichaje fue fruto de las grandes campañas que cuajó en el Norwich City. Su técnica, velocidad, poderío físico y, este golazo al Liverpool considerado el gol de la temporada de la First Division en 1980.
Una vida marcada
Siendo muy pequeño su padre decidió dejar a su familia atrás y marcharse a Nigeria en busca de una mejor vida. La madre de Justin Fashanu se quedó sola en Inglaterra con cuatro hijos.
Su situación económica era crítica. No se podía hacer cargo de todos ellos. La solución fue trágica, dejó a sus hijos John y Justin Fashanu en un orfanato.
Para él aquella experiencia fue descorazonadora, los dos hermanos se aferraron el uno al otro hasta que un matrimonio de la pequeña localidad de Shropham decidió adoptarlos.
Posiblemente eran las únicas personas negras en todo el condado de Norfolk. Corrían los últimos años de la década de los 60 y el debate sobre la inmigración estaba en la calle. La sociedad seguía siendo muy cerrada y las actitudes racistas estaban a la orden del día.
Justin comenzó a destacar en el fútbol. Era mucho más fuerte y rápido que los otros chicos de su edad.
Comenzó a formarse en el club de la ciudad, el Norwich City. El único chico negro del equipo tuvo que soportar insultos y vejaciones de los equipos rivales por doquier.
Nada le frenaba. No se dejaba amedrentar, en una sociedad que no contemplaba el racismo como tal e incluso hacía bromas en la televisión sobre la situación.
Este caldo de cultivo se multiplicaba con los aficionados más radicales que desde la grada llegaban a amenazar a los jugadores negros, mucho más si sobresalían como Justin Fashanu.
Los años felices
Tenía algo especial. Con apenas 17 años ya era profesional deslumbrando a su entrenador, a sus cualidades técnicas unía un físico portentoso. Era idolatrado por la afición de “Los Canarios”.
Su hermano John, con mucha menos calidad, compartió vestuario con él durante una temporada, pero fue rechazado por el Norwich.
No soportaba estar siempre a la sombra de su hermano mayor y decidió alejarse. Se labró una carrera, llegando a formar parte de aquel sorprendente y aguerrido equipo de Wimbledon, conocido como “The Crazy Gang”, que ganó una FA Cup en 1988.
En Norwich, Justin Fashanu era un ídolo. Un jugador descomunal, jugaba sin presión. Entonces le llegó la oportunidad. Brian Clough, “The Special One” se fijó en él.
Tras desembolsar 1,25 millones de libras, todos las miradas se fijaban en él. Estaba tensionado y no era capaz de desarrollar su juego. No marcaba. No era capaz de disfrutar del fútbol como antes.
Entrenador y jugador era muy testarudos. Nadie daba su brazo a torcer, pero Justin tenía las de perder. Quiso cederle al Derby County. No cesaban los rumores de que el jugador frecuentaba locales gays y Clough no lo iba a permitir. Se reunió con él y le dijo lo siguiente:
Tras este incidente Justin Fashanu fue apartado del equipo. No podía jugar al deporte que le hacía evadirse de todo. Estaba desesperado. Quería entrenar, fue a las instalaciones del club pero dos policías le expulsaron.
El primero en dar el paso
Tras su salida de Nottingham encadenó varias cesiones por clubes ingleses de menor potencial. Hizo un viaje a Nigeria para conocer a su padre, pero las cosas no salieron demasiado bien. Estaba abatido ¿Cuál fue su salida? Abrazarse a la fe.
Se había lesionado en la rodilla, no podía jugar. Nadie daba un duro por él cuando viajó a California para operarse. Justin parecía tocar fondo, mientras su hermano alcanzaba la gloria con en Wimbledon.
Siempre fue un luchador. Tras una dura rehabilitación, con 27 años estaba preparado para regresar. Se rumoreó que iba a fichar por el equipo de su hermano, pero John proclamó en los medios que no habría dos Fashanu en el mismo equipo.
Justin, que atravesaba por una pésima situación financiera, firmó por el Leyton Orient de tercera división.
Su orientación sexual era de dominio público. La prensa lo agobiaba constantemente y, sus entrenadores le invitaban a reconocerlo, creían que sería una liberación para él.
Finalmente aceptó una oferta económica de The Sun, que sacó la noticia en portada ¿Liberación? Que equivocados estaban.
Su propio hermano le rechazó asegurando que si compartiesen vestuario no se cambiaría junto a él y, hacía extensiva su opinión al resto de jugadores.
La relación entre los hermanos Fashanu estaba completamente rota. Su carrera, como su vida, era una montaña rusa. Se marchó a jugar a Canadá, regresó a Inglaterra y en 1993 fichó por el Hearts of Midlothian escocés.
Descenso al infierno
El conservador John Major, primer ministro inglés en la época, estableció una “vuelta a lo básico”.
¿En qué consistía aquella búsqueda de la moralidad? Una auténtica caza de brujas y un acicate para que la prensa amarilla sacase a relucir escándalos de los diputados.
El diputado Stephen Milligan murió en extrañas circunstancias en Londres. Como años antes Justin Fashanu tuvo una relación con un político rápidamente la prensa lo relacionó con este caso.
Más si cabe cuando la policía viajó hasta Edimburgo para interrogarle. Iba de escándalo en escándalo. El Hearts le despidió. Estaba de nuevo sin equipo y renunció a ser futbolista definitivamente.
Es importante recordar que la homosexualdiad no estaba prohibida en Gran Bretaña. Era legal, pero sólo para mayores de 21 años y en privado. Así eran las cosas
En 1997 quiso empezar de cero. Viajó a Baltimore y comenzó a ejercer como entrenador. Era feliz. Pero los padres y miembros del club no lo fueron tanto cuando se enteraron de que era gay. Ya no le consideraban apto para entrenar a niños.
Triste final
Una fiesta en marzo de 1998 fue el principio del fin. Un joven le acusó de drogarle y violarle en su casa. No había habido juicio, pero la sociedad ya le había juzgado.
Justin no quería ser encerrado bajo ninguna circunstancia. No quería revivir la situación que marcó su infancia. El 2 de mayo de 1998 se suicidó. Tenía 37 años y se despidió con una nota:
La prensa publicó que la policía estadounidense tenía una orden de detención, pero las autoridades lo negaron. Una nueva difamación contra un Justin Fashanu que se marchó buscando la paz que no le dejaron tener en vida.
Aún hoy muchos siguen pensando que homosexualidad y fútbol no son buenos compañeros de viaje. Él abrió las puertas para que otros saliesen del armario más tarde. Fue un ejemplo de valentía que no debemos dejar de recordar.