En su primera temporada haciendo tándem con Johan Cruyff reconquistaron la Liga tras catorce años de sequía y dieron una auténtica exhibición ganando al eterno rival 0-5 en el Santiago Bernabéu.
En 1975 la Copa América se disputó con el campeonato español ya empezado y Perú estaba ante la oportunidad de levantar su segundo trofeo en la final ante Colombia.
La blanquirroja se impuso en su grupo a Chile y Bolivia. En semifinales se ganaron 1-3 en Belo Horizonte y cayeron 0-2 ante Brasil en el partido de vuelta.
En esa ronda no había desempate por lo que para decidir el equipo que pasó a la final en aquella eliminatoria hubo una “mano inocente” que resultó ser la nieta de Teófilo Salinas, peruano de nacimiento y presidente en aquel momento de la Conmebol.
En la ida de la final disputada en Bogotá ganaron los cafeteros por la mínima y seis días después en el partido de vuelta en el Estadio Nacional del Perú ganaron los locales 2-0.
Al no tenerse en cuenta la diferencia global de goles cada victoria valía lo mismo por lo que debían jugar un desempate para definir el campeón.
Sotil impaciente en Barcelona veía como sus compañeros estaban a punto de tocar la gloria y el no podía hacer nada (ahora veremos que sí) para ayudarles.
Veni, vidi, vici
El partido definitivo se jugó el 28 de octubre en Caracas. Dos días antes de aquel trascendental partido para el fútbol peruano Sotil participó en la victoria 2-1 de su equipo ante el Racing de Santander en el Camp Nou.
No lo dudó y sin permiso del club hizo las maletas y cogió el primer vuelo que cruzaba el Atlántico para ayudar a sus compatriotas. Además el destino le tenía preparado un bonito momento en el Estadio Olímpico de la Universidad Central de Venezuela.
En el minuto 25 Hugo Sotil aprovechó un rechace tras un disparo de Teófilo Cubillas, para convertir el gol que dio a Perú su segunda y hasta la fecha última Copa América.
Prácticamente sin tiempo para celebrar la hazaña Sotil regresó a Barcelona, donde esperaba una reprimenda del club, pero por el contrario fue felicitado tanto por compañeros como por directivos, que tuvieron en cuenta el refuerzo anímico que supuso aquel triunfo para el atacante peruano.
La versión oficial fue que le habían otorgado un permiso excepcional para viajar a aquella trascendental final. No cabe duda que aquel tanto fue el más especial de los 18 que logró Sotil con la selección peruana. Desde entonces héroe nacional en su país.