Fernando Vigueras nació en el seno de una familia sevillana acomodada. Su padre era capitán de navío, hecho que le llevo a cambiar muchas veces de residencia durante su infancia.
Allí donde fue, arrastrado por el oficio de su padre, siempre jugó al fútbol hasta emanciparse y viajar él mismo para poder disfrutar de este deporte.
Su rastro nos lleva de Sevilla a Sestao, pasando por Sanlúcar de Barrameda,, Cartagena o Murcia, donde podría decirse que empezó a vivir del fútbol.
Futuro prometedor
Con el Real Murcia ganó sus primeros Campeonatos Regionales e incluso llegó a ser capitán del equipo pimentonero.
El Atlético de Madrid se fijó en él y le fichó para la temporada 1932-1933. El centrocampista utrerano, entonces medio-ala, dio muy buen rendimiento en el Metropolitano durante su primera campaña
Durante el siguiente verano siguiente el club colchonero organizó una de esas lucrativas giras por el extranjero para aumentar el volumen de sus arcas. El destino elegido fue el norte de África, principalmente Argelia, en aquel momento aun bajo dominio francés.
El Atlético desembarcó en Argel, donde disputó su primer partido frente a un combinado de estrellas nacionales el 15 de junio de 1933. Los rojiblancos dieron una auténtica exhibición y vencieron 1-6.
De allí se trasladaron a Orán donde disputaron dos partidos frente al Admira de Viena, sucumbiendo en ambos (2-0 y 5-1). El 25 de junio regresaron a Argel para medirse a Racing Universitaire, en un duelo que terminó sin goles.
Vida truncada
Tres el encuentro Fernando Vigueras salió a tomar algo junto a tres compañeros de equipo: Mendaro, Castillo y Martínez. A la salida del cabaret Le Perroquet se toparon con dos mujeres que peleaban en plena calle.
Los jugadores decidieron intervenir e intentaron separar ambas púgiles, cuando en estas llegó la policía. Los gendarmes haciendo gala de una contundencia brutal la emprendieron a golpes con todos los presentes.
Aunque magullado, Mendaro logró escapar y dar la voz de alarma a la expedición atlético, pero los otros futbolistas no tuvieron tanta suerte. Fueron detenidos y llevados a dependencias policiales, donde se emplearon a fondo con ellos.
Como era habitual, los cuatro agentes eran franceses, Legrand, Saint André, Bourgeon y Lozano, este último, de origen español, fue quien más se ensañó con los detenidos.
Las palizas eran frecuentes, pero con Fernando Vigueras se les fue la mano y el futbolista español terminó en el hospital con un parte de lesiones terrorífico: pérdida de varias piezas dentales, fractura de ambas mandíbulas, fracturas en huesos occipital y frontal con pérdida de globo ocular.
A causa de las graves heridas falleció pocas horas después de su ingreso.
Muchas lagunas
La expedición rojiblanca partió hacia Melilla al día siguiente, solo Enrique Ocerín, delegado del club, permaneció en Argel . Los futbolistas estaban destrozados, pero les obligaron a disputar todos los partidos que restaban de aquella gira.
Según estableció la versión oficial, Fernando Vigueras cayó por unas escaleras durante la trifulca y que fue trasladado al hospital por los propios agentes.
Ocerín puso una querella contra los gendarmes y trató por todos los medios de poner en libertad a los dos jugadores que aun permanecían detenidos. Esta solo se produjo tras la imposición de que retirase la denuncia y admitiese la versión policial sobre lo sucedido en comisaría.
A su llegada a España el club solicitó la intervención del Estado español. El gobierno de la República presentó una queja formal a través de su embajador en Francia.
Pese a la indignación de familiares, integrantes del club y del propio Estado español, aquel incidente quedó silenciado para siempre. Algo más de un año después del trágico suceso la prensa se hizo eco de que el juez en cuestión había desestimado el caso.
A pesar de la inverosimilitud del atestado, el testimonio de los dos otros dos detenidos no fue razón suficiente para dudar de la palabra de los cuatro agentes de la ley.
Sin la investigación pertinente, ni un proceso judicial, la muerte Vigueras a causa de la brutalidad policial quedó impune para siempre.
Con solo 24 años y una prometedora carrera por delante, nos robaron a Fernando Vigueras, aquel utrerano llamado a dar muchas tardes de gloria en el viejo Metropolitano.
DEP Fernando Vigueras.