Este centrocampista de corte ofensivo desarrolló la mayor parte de su carrera en el Borussia Mönchengladbach, donde consiguió sus mayores logros, ganando la Copa de la UEFA en 1979.
Fue mientras militaba en el modesto Arminia Bielefeld cuando sufrió esta terrible lesión.
Sucedió en la temporada 1981-1982, la primera en su segunda etapa con «Die Blauen«, que por aquel entonces luchaba por no perder la máxima categoría del fútbol occidental alemán.
En la segunda jornada de la Bundesliga se midieron al Werder Bremen de Otto Rehhagel en el Weserstadion.
Era la primera de las 15 temporada que Rehhagel estuvo en el banquillo de «Los isleños del río», sin contar una breve interinidad años atrás.
El técnico teutón aun no se había ganado la fama de milagrero que tiene hoy, pero ya mostraba maneras con esa forma tan metódica de moldear sus equipos.
Una entrada salvaje
Werder Bremen y Arminia Bielefeld se vieron las caras el 14 de agosto de 1981, en un partido que a priori no despertaba excesivo interés, pues ninguno de los dos conjuntos eran de los punteros del campeonato
En el minuto 20 Ewald Lienen recibió un pase a pocos metros del área rival, el control se le escapó algo largo y un expeditivo defensa, Norbert Siegmann, le salió al corte. Nunca mejor dicho.
¡¡Advertimos que las imágenes son escalofriantes y pueden herir la sensibilidad del espectador!!
El colegiado Medardus Luca mostró tarjeta amarilla inmediatamente ante la incredulidad de Siegmann, que protestaba la tarjeta aduciendo al excesivo teatro de su rival.
Las imágenes hablan por sí mismas. Ewald Lienen, que no paraba de revolverse en le suelo, se percató de los daños sufridos en su muslo y reflejó el pánico en su cara.
Semblante que fue contagiándose al resto de compañeros y asistentes, que se llevaban las manos a la cabeza según veían el destrozo que tenía en la pierna.
El corte en su muslo derecho, de algo menos de 30cm de largo, era de tal profundidad que dejaba ver perfectamente el fémur del jugador entre tejidos y músculo desgarrados.
Imagino que fruto de la adrenalina del momento, Ewald Lienen se levantó y se acercó cojeando entre gritos hasta el banquillo de Otto Rehhagel, sin parar de recriminar al técnico la excesiva dureza de su pupilo.
«El carnicero» a los juzgados
Al parecer Ewald Lienen había escuchado durante el calentamiento como el entrenador germano hacía indicaciones a sus futbolistas para frenar a los rivales con métodos más que cuestionables.
Esto no tuvo ninguna consecuencia para Otto Rehhagel, que comenzó una prolífica carrera llena de milagros y con alguna que otra diablura.
Cuentan las malas lenguas que para el partido de vuelta, en casa del Arminia Bielefeld, «King Otto» llevó chaleco antibalas, temiendo alguna represalia grave. El recibimiento en el Alm-Stadion fue más que caliente, pero la cosa afortunadamente no pasó a mayores
Ewald Lienen permaneció dos semanas en el hospital recuperándose de sus heridas, afortunadamente la lesión no tuvo consecuencias graves y para sorpresa de todos reapareció tan solo 4 jornadas después.
Pese a la rápida recuperación el futbolista no olvidó, llevando a los tribunales tanto al autor material como al intelectual de aquella acción, pero la justicia lo desestimó.
Una acción que marcó sus carreras
Años después su carrera como entrenador llevó a Atenas y Tenerife entre otros destinos. Actualmente se encarga de la dirección deportiva del FC San Pauli, donde antes fue entrenador.
Siegmann dejó el futbol cuatro años después. El apodo de “El Carnicero” nunca le abandonó. Fue perseguido y llegó a recibir amenazas de muerte, aunque tal vez logró encontrar la paz en el budismo, filosofía de vida que sigue practicando en la actualidad.
En cuanto al colegiado, Luca no volvió a arbitrar nunca más, la difusión de aquella imagen dañó enormemente su imagen, que aun hoy se recuerda como la “falta más famosa de Alemania”. Al ser sancionada simplemente con amarilla se convirtió en la diana de innumerables críticas.
En definitiva, aquella entrada aparentemente más torpe que malintencionada, marcó para siempre a todos sus protagonistas, que de la noche a la mañana saltaron a la palestra por aquel desafortunado lance del juego.