El 23 de abril de 1987 se produjo una de las más curiosas en el denominado como “El clásico de los 8 contra 11”. Este choque tuvo lugar en el marco de un torneo amistoso organizado por la Casa de Andalucía de Montevideo que se disputó en formato triangular y en el que participaron los dos colosos uruguayos y el Real Betis.
Carboneros y Tricolores jugaron un partido de alta tensión en el Estadio Centenario. Ricardo Viera adelantó a los locales en el 33’’ y, en la reanudación Jorge Daniel Cardaccio hizo la igualada.
La rivalidad no entiende de amistosos
A 22 minutos para la conclusión del choque Viera fue expulsado y poco después José Herrera y José Batlle Perdomo vieron como el árbitros les señalaba el camino de los vestuarios. Así Peñarol tenía que aguantar alrededor de cuarto de hora con tres hombres menos. Una misión titánica.
Los futbolistas aurinegros apretaron los dientes para mantener el resultado, mientras que pese a la evidente ventaja la presión por ganar pareció atenazar a los visitantes, que no fueron capaces de inquietar la meta contraria.
Para sorpresa de todos a ocho minutos para el pitido final arrancó la jugada que hizo entrar en la historia a los “8 de Peñarol”. Domínguez cedió la pelota a Aguirre, que tras zafarse de varios rivales se la entregó a Jorge Cabrera para que batiera con un disparo cruzado a Velichio ¡¡Habían logrado una hazaña que parecía imposible!!
Tres días después el Betis les venció en la final, pero aquel triunfo 8 contra 11 reforzó enormemente la moral de Peñarol y meses después los jugadores dirigidos por el “Maestro” Tabárez levantaron la quinta Copa Libertadores y, última hasta la fecha para los aurinegros.