El Bayern de Múnich es el club más laureado y aquí os vamos a contar uno de los motivos por los que el equipo bávaro se ha convertido en uno de los colosos del fútbol mundial.
A comienzos de los 60 irrumpieron en el Bayern de Múnich tres jóvenes, Franz Beckenbauer, Gerd Müller y Sepp Maier, que junto a un elenco de grandes jugadores cambiaron la historia del fútbol alemán.

En 1963 y con la intención de dar un impulso al club bávaro la directiva contrató a Zlatko Cajkovski que venía de conquistar el primer Campeonato Alemán para el FC Colonia, derrotando en la final a uno de los clubes más potentes de la época, FC Núremberg.
El técnico croata quedó prendado del magnífico equipo juvenil que poseía por entonces el Bayern de Múnich. Junto a los tres mencionados anteriormente no tardarían en dar el salto al primer equipo los Franz Roth o George Schwarzenbeck.
Una generación magnífica que no solo abrió la senda del triunfo del Bayern de Múnich, recuperó la Copa del Mundo para Alemania y se convirtió en el primer combinado en ganar Eurocopa y Mundial de forma consecutiva.

El desengaño de Franz Beckenbauer
Probablemente todo esto no habría ocurrido sin la figura de Franz Beckenbauer uno de los mejores futbolistas de todos los tiempos y el auténtico líder de aquel vestuario.
En casa de el “Káiser” el fútbol nunca estuvo demasiado bien visto. Su padre, un empleado de correos, no veía futuro laboral alguno en la práctica de este deporte y así se lo hacía saber a su hijo.
Franz dio sus primeras patadas al balón en el humilde barrio de Glesing y a los ocho años empezó a jugar como delantero centro en el modesto SC Múnich 06.

Su aspecto físico engañaba y rápidamente empezó a destacar por su tremendo despliegue sobre el terreno de juego y su capacidad anotadora.
A comienzos de 1959 los chavales recibieron una terrible noticia. Al final de esa temporada el SC Múnich 06 desaparecería por sus graves problemas económicos. Beckenbauer no iba a tener problema pues ya estaba en el punto de mira de varios equipos.
Siempre fiel a sus férreos principios sólo tenía un nombre en la cabeza, el TSV 1860 Múnich. Era el seguidor número uno de “Los Leones”.

El incidente
Aquel verano el torneo de cadetes disputado en Neubiberg le iba a hacer cambiar de parecer.
SC Múnich 06 y TSV 1860 Múnich disputaban la final. El juego fue excesivamente duro. Los rivales estaban aleccionados para frenarle. Beckenbauer aceptó el reto y no se amilanó.
En un lance del juego derribó al mediocentro del equipo rival, este se levantó y sin mediar palabra le abofeteó.
Otra versión cuenta que el contrincante espetó a un sorprendido Franz: “Estúpido mentecato. Vete a jugar con canicas y deja el fútbol a los mayores”.

Aquello no fue una mera trifulca entre chavales. Beckenbauer, enrabietado, marcó el gol de la victoria. Se juró a sí mismo que jamás vestiría la camiseta de aquel equipo y poco después firmó por el Bayern de Múnich.
El club bávaro había sido excluido de la recién nacida Bundesliga. Esta decisión mermó notablemente su economía, de ahí que tuvieran que apostar por jóvenes talentos de la zona.
De esta forma una bofetada y una decisión injusta cambiaron la historia del fútbol alemán. El resto es historia. Franz Beckenbauer debutó en el primer equipo en 1964 y los éxitos no tardaron en llegar.

Del anonimato al éxito
El club bávaro le estará eternamente agradecido. Allí le reubicaron como mediocentro e incluso llegó a jugar de central. Su despliegue físico e inteligencia con el balón le convirtieron en el “Káiser” de aquel equipo
Durante sus 14 años en el Bayern de Múnich ganaron cuatro Bundesligas, cuatro Copas, tres Copas de Europa, una Recopa de Europa y una Copa Intercontinental.
En Alemania hubo excelentes equipos en los 70, pero sólo el Borussia Mönchengladbach se atrevió discutir la hegemonía de aquel gigante en ciernes.
Mientras tanto en Europa el Bayern de Múnich tomó el relevó del genial Ajax de Cruyff, conquistando 3 Copas de Europa consecutivas y convirtiéndose en el primer equipo teutón en lograr dicho trofeo.
Un equipo poco acostumbrado a ganar pasó a ser de la noche a la mañana el gran dominador del fútbol alemán. Los vecinos vestidos de azul, que ganaron su último título en 1966, aún maldicen aquella inoportuna bofetada.
