Todo comenzó en la década de 1970, aunque sus tentáculos se extendieron hasta casi los años 90 y, agitó de lo lindo a aficionados, periodistas y profesionales de este deporte.
Al parecer el colegiado Antonio Camacho recibió una cantidad de dinero antes de un partido entre Burgos y Barcelona. Su compañero Medina Iglesias se enteró, elevó una queja y el Comité Nacional de Árbitros abrió un informe que quedó archivado.
Dos años después con Pablo Porta en la presidencia de la Federación y José Plaza como cabeza del Colegio Nacional de Árbitros, el “Caso Camacho” volvió a la picota cuando varios trencillas empezaron a desaparecer de las designaciones para los partidos de la Liga.
El primero en pedir explicaciones a Pablo Porta fue el archiconocido periodista José María García. Ante sus preguntas el máximo mandatario del ente federativo declaró que existían buenos motivos para mantener a algunos árbitros en la “nevera”, aunque no los desveló. Tirar la piedra y esconder la mano de toda la vida.
¿Corrupción arbitral?
Todo se enrareció aún más cuando Antonio Camacho apareció en la portada de la revista Don Balón con un Mercedes que al parecer anteriormente había sido propiedad del presidente del Elche CF.
Curiosamente el último duelo que había dirigido el colegiado fue un Elche vs Hércules el 22 de febrero de 1976. Un derbi que finalizó con empate a un gol.
El colegiado acusó a su presidente José Plaza de tenerle inquina personal por haber instigado a sus colegas a abandonar el arbitraje cuando Guruceta fue sancionado. Por otra parte, la prensa anunciaba a los cuatro vientos una trama de amaños de partidos y corrupción arbitral que no se pudo demostrar.
El revuelo fue máximo cuando llegó a afirmar: “mientras Plaza sea presidente el Barcelona no volverá a ser campeón”. Encargado de las designaciones arbitrales, durante su mandato entre 1975-1990, el conjunto azulgrana solo conquistó la Liga en la 1984-1985, curiosamente la temporada que los árbitros fueron designados por un Comité y no a voluntad del presidente.
Más allá de la polvareda y suspicacias indemostrables que generó, el denominado “Caso Camacho” quedó en nada, pues oficialmente no hubo ni acusación, ni por lo tanto sanción alguna.