Su última aparición en la categoría de plata del fútbol español data de la 2001-2002, temporada en la que sufrieron un descenso administrativo, perdiendo la categoría pese a haber obtenido la salvación sobre el terreno de juego.
El Plantío el otrora templo del fútbol burgalés, suena hoy a fútbol amateur o regional. Lejos quedan las tardes de gloria de sus dos ilustres inquilinos, el Burgos CF y el Real Burgos, ambos con varias temporadas en Primera División.
El Real Burgos disputó tres temporadas en la máxima categoría, entre 1990 y 1993, mientras que el Burgos CF lo hizo durante 6 campañas en la década de 1970.
Otros tiempos, otras costumbres
Hablar del fútbol de élite burgalés es hablar de Antonio Martínez Laredo, ya que fue artífice, o al menos partícipe, de la época más gloriosa de ambos clubes.
Fue presidente del Burgos CF entre 1973 y 1978 y del Real Burgos de 1989 a 1992, o lo que es lo mismo, este empresario de banca presidió estos clubes seis de las nueve temporadas que Burgos ha tenido un equipo en Primera.
Era un presidente de los de antes, al más puro estilo Lopera, Núñez o Gil. De profundas convicciones religiosas siempre se dijo que sus equipos rezaban un padre nuestro antes de saltar al terreno de juego y al finalizar el partido.
El equipo contaba con cura oficial y la misa semanal era de obligada asistencia para toda la plantilla, profesaran la religión que profesaran. Prueba de ello es que el mítico Juanito fue sorprendido abandonando la iglesia antes de tiempo y una simple mirada del presidente hizo que volviera a entrar sin rechistar.
Siempre tuvo fama de duro, sobre todo en las negociaciones, como en aquella ocasión en la que los capitanes intentaron renegociar las primas y les ofreció que tuvieran que pagar al club de su bolsillo cuando perdiesen.
Tal era el peso del presidente dentro de aquel equipo que en la actualidad sobreviven algunos de los apodos que recibieron en aquella época como “los hijos del banquero” o “la sucursal” en referencia a la profesión de Martínez Laredo.
Un penalti desata la tormenta
Su anécdota más famosa sucedió el 20 de marzo de 1977 durante el encuentro entre Burgos CF y el FC Barcelona de Johan Cruyff.
Aquel partido era televisado, algo no tan habitual en la época y Martinez Laredo permitió la entrada gratis a niños y mujeres que acompañasen a un socio. Su idea tuvo una grandísima acogida, porque aquel Barcelona de Rinus Michels tenía mucho tirón, sobre todo por la presencia del crack holandés.
Lo que nadie esperaba es que el colegiado andaluz, Fernández Quirós, se convirtiera en el gran protagonista del encuentro. El ambiente empezó a caldearse cuando anuló un gol del delantero local Quini por una supuesta falta previa al gol.
Con 0-0 inicial llegaron al descanso y nada más comenzar la segunda mitad Quini volvió a marcar para adelantar a los blanquinegros, esta vez legalmente.
En el minuto 89 un barullo en el área del Burgos CF fue interpretado como penalti por Fernández Quirós, que sancionó la pena máxima para disgusto de la parroquia local.
Los jugadores rodearon al colegiado y en medio de aquel tumulto. con los nervios a flor de piel alguien propinó una patada por la espalda a Fernández Quirós y este expulsa a Palmer.
Una vez finalizada la trifulca Cruyff disparó desde los once metros y Manzanedo detuvo el balón tras estrellarse en el poste.
Campo de batalla: El Plantío
Ni con el pitido final, y a pesar de la victoria local, se calmaron los ánimos y Fernández Quirós tuvo que salir a la carrera hacia la bocana de vestuarios.
El Plantío eran un auténtico polvorín y la bronca pasó a mayores cuando una turba enfurecida alcanzó al colegiado andaluz justo antes de alcanzar el túnel de vestuarios.
Que nadie se lleve a engaño, Fernández Quirós no era respondía al estereotipo del trencilla en los años 70, Practicaba habitualmente waterpolo, tenía una buena envergadura y la complexión física de deportista veterano. Poca broma.
En plena tangana se defendió como gato panza arriba, repeliendo y soltando golpes a diestro y siniestro, con tan mala suerte que le asestó un puñetazo brutal al utilero del Barcelona, que seguramente trataba de protegerle.
En la escena irrumpió un hombre ataviado con un gorro de lana y blandiendo un paraguas, con el que golpeó al colegiado y huyó, pero en plena carrera perdió el gorro de lana y las cámaras desvelan su verdadera identidad, se trata de Martínez Laredo.
La famosa calva del banquero abrió todos los telediarios al día siguiente y no hubo medio que no comentase tal fechoría.
Paraguazo inhabilitante
El Comité de Competición sancionó a Ruiz Igartua, verdadero autor de la patada, con dos partidos e inhabilitó durante tres meses al presidente del Burgos CF.
Martínez Laredo, negó en un primer momento ser esa persona, para después alegar que solo trataba de defender al árbitro.
Tras estas declaraciones le ampliaron la sanción quedando finalmente en seis meses de inhabilitación.
Era un conocido madridista, socio de toda la vida, que planeaba presentarse a las elecciones a la presidencia del Real Madrid, pero esta sanción frustró sus aspiraciones, aunque no su madridismo como demostró ese mismo verano, dando un trato de favor al Real Madrid en la venta de Juanito.
Teniendo ya un acuerdo con el FC Barcelona, prefirió esperar a que el Real Madrid consiguiera el aval bancario en lugar de cerrar la operación.
Aquel incidente afectó públicamente a su imagen, aunque no lo descartó como presidenciable para futuras ocasiones, ya que, su nombre volvió a sonar como rival de Mendoza e incluso de Lorenzo Sanz.
Siempre nos quedará la duda de cuánto juego habría dado Martínez Laredo en el palco del Santiago Bernabéu.