En junio de 2003 los medios de comunicación, tanto financieros como deportivos, anunciaron que el magnate ruso había comprado un histórico club inglés, el Chelsea por 200 millones de euros, haciéndose con algo mas del 50% de las acciones por unos 85 millones de euros y además se hacía cargo de la deuda del club, que ascendía a casi 115 millones de euros.
Aquella compra se convirtió en la más cuantiosa hasta ese momento por un club inglés.
Ken Bates, el hasta entonces propietario, lo adquirió en 1982 por una libra esterlina, aunque asumiendo 1,5 millones de deuda. En 2003 calificó la venta como muy beneficiosa para el club.
¿Quién es Roman Abramovich?
Roman Abramovich era hasta ese momento un desconocido para la mayoría de los mortales. Pronto conocimos que era un oligarca ruso, cuya fortuna ascendía a la friolera de casi 6.000 millones de dólares.
Además tan solo 36 años, era gobernador de la remota región siberiana de Chukotka desde hacía un par de años. Amasó fortuna al amparo del gobierno de Boris Yeltsin y su programa de privatizaciones tras la disolución de la URSS.
Abramovich era dueño de la petrolera rusa SibNet, la cuarta más grande del mundo tras la absorción de su rival Yukos y controlaba el principal grupo productor de aluminio de Rusia. También poseía el 20% de la Aeroflot.
Además, era propietario del club de hockey sobre hielo Avangard y se había especulado que quería comprar acciones del CSKA de Moscú.
Inicialmente la afición blue no acogió con entusiasmo la operación. Si lo hizo el mercado, subiendo sus acciones como la espuma con un crecimiento del 46%.
Los aficionados del “Pride of London” en un principio pensaron que se trataba de una inversión que únicamente buscaba beneficios económicos, pero se equivocaban.
Para disipar las dudas Abramovich tiró de chequera y en su primera temporada invirtió más de 100 millones de libras en fichajes.
Un histórico, que no un grande
El equipo dirigido por Claudio Ranieri, había conseguido la cuarta posición la temporada anterior, dándole acceso a disputar la Copa de Europa.
Pronto grandes figuras del panorama futbolístico empezaron a desfilar por Stamford Bridge. “La Brujita” Verón, Hernán Crespo, Claude Makelele, Joe Cole, Mutu o Duff fueron los primeros en llegar a Londres
Desde entonces a base de talonaria el Chelsea pasó de ser un club con mucha historia pero modesto, a codearse con los grandes del Viejo Continente.
Hasta ese verano de 2003 las vitrinas «blues» albergaban una Liga (1955), 3 FA Cup (1970, 1997 y 2000), 2 Copas de la Liga (1965 y 1998), 2 Charity Shield (1955 y 2000), dos Recopas de Europa (1971 y 1998) y una Supercopa de Europa (1998).
Una decena de títulos, cifra nada desdeñable, pero pocos aficionados imaginaban lo rápido que se quedaría pequeña su sala de trofeos.
La edad dorada del Chelsea
En dos décadas con Abramovich al frente se han conseguido: 5 Premier League y otras tantas FA Cup, 3 Copas de la Liga, 2 Community Shield, 2 Europa League, una Supercopa de Europa y un Mundial de Clubes, pero principalmente ha puesto la guinda del pastel a su proyecto con dos Champions League, el trofeo deseado por todos.
Con estas cifras no es de extrañar que el magnate ruso se haya ganado el cariño de la parroquia blue. Bates tenía razón cuando dijo que la venta sería muy positiva para el club.
Mención especial merece el mimo con que ha tratado la escuela y las categorías inferiores del club, posicionándose a la altura de las mejores canteras del mundo, sin olvidar que fue sancionado por la UEFA por fichar menores extracomunitarios.
Futuro incierto
La situación de «bloqueo» actual por parte de las autoridades británicas como represalia por la guerra contra Ucrania, han obligado a su propietario a poner el club a la venta por unos 2.000 millones de euros.
Puedo imaginar que incluso aquellos que criticaron la compra del club por parte de Abramovich, reciben hoy la noticia de su venta con gran pesar.
Como todo hombre sobre la tierra Abramovich también tiene un lado oscuro. En su caso siempre ha habido una sombra de duda sobre el origen de su fortuna.
En 1992 le relacionaron con el supuesto robo y venta de un tren de combustible en 1992. También se contó que la compra de SibNet no fue totalmente legal y habría sido adquirida mediante subasta pública en 1995 por 250 millones de dólares. Una subasta supuestamente amañada mediante el pago de mordidas.
Apenas una década más tarde la petrolera fue revendida a la Federación de Rusia por 13.000 millones de dólares.
Mientras estaba siendo investigado, se publicó un vídeo de contendido sexual del fiscal lo que propició la caída de este y al parecer Yeltsin fue quien detuvo la investigación.
Durante la subasta de Slavneft, otra petrolera, el representante de la china CNPC, fue secuestrado en Moscú cuando acudía a la subasta. Fue liberado después de que la multinacional china se retirara de la puja.
Sean ciertas o no estas acusaciones, tengo que reconocer, que sin ser amigo de este tipo de transacciones, clubes comprados por empresarios sin ninguna vinculación previa a la entidad, difícilmente se puede criticar la gestión deportiva de Roman Abramovich en el Chelsea.