El torneo nació impulsado por Charles William Alcock, secretario de la Football Association, que el 20 de julio anunció su creación en el periódico The Sporstman.
En noviembre de ese mismo año arrancó la primera edición que conquistó el Wanderers FC, curiosamente un equipo fundado por Alcock junto a su hermano y, en el que ambos jugaron.
Desde aquella primera final, disputada el 16 de marzo de 1872 en el legendario The Oval, se instauró la tradición de que el campeón guardase el trofeo hasta que otro equipo le relevase como vencedor.
Enigma sin resolver
Así fue hasta 1895, cuando el Aston Villa conquistó su segunda FA Cup y la expusieron en una tienda de material deportivo de Birmingham. Fue sustraída el 11 de noviembre del mismo año y no volvió a aparecer.
Tras detener e interrogar a un buen puñado de ladrones fichados, la teoría policial que más fuerza tomó fue que habían fundido el trofeo para hacer monedas, algo que obviamente nunca pudieron demostrar.
Décadas más tarde la policía detuvo a Henry James Burge, un anciano de 80 años y ex convicto que aseguraba haber robado el trofeo junto a otras dos personas, pero su versión de los hechos tenía muchas lagunas y no concordaba con el informe policial.
The Little Tin Idol, como se conocía el trofeo de la FA Cup, nunca apareció. Mandaron crear uno nuevo que costó 25 libras y que tuvo que pagar el Aston Villa por estar en su posesión en el momento del robo.
En 1911 el trofeo de la FA Cup fue sustituido por última vez. Esta vez no lo robaron, la organización decidió entregar la copa a Lord Arhur Kinnaird, cinco veces ganador del campeonato y con un papel fundamental en el desarrollo de este deporte tras más de dos décadas presidiendo la FA.
Fue subastado en 2005 y adquirido por el empresario David Gold, que posteriormente fue presidente del Birmingham City (archienemigo del Aston Villa), por casi 500.000 libras.