Ejemplos como Franco y su utilización propagandística del Real Madrid, Mobutu Sese Seko en Zaire, Mussolini en los años 30 o Videla durante la junta militar en Argentina.
Los regímenes comunistas, a pesar de no reconocer oficialmente el profesionalismo en el deporte, exprimieron al máximo cada éxito. Situación que provocó que el deporte estuviese enormemente politizado en dichos países.
Casos como el Steaua de Bucarest de los Ceaucescu o el Dinamo de Berlín de la Stasi son excelentes ejemplos de lo anterior.
Ese férreo control político del fútbol hacía a los equipos especialmente vulnerables a los devenires políticos de cada país.
Josif Stalin, quien dirigió la URSS desde la muerte de Lenin en 1924 hasta 1953, no tenía un especial interés por este deporte, pero sí tuvo una gran influencia en él.
Stalin falleció el 5 de marzo de 1953, supuestamente por una hemorragia cerebral, aunque hay teorías de la conspiración para todos los gustos.
La muerte de quien gobernó la URSS con puño de hierro durante casi tres décadas, hizo tambalearse los cimientos de la primera potencia comunista. Todo en la Union Soviética cambio de un día para otro y, el fútbol no iba a ser menos.
Caza de brujas
Inmediatamente comenzó una cruenta guerra por la sucesión entre sus más afines. Una vez más el fútbol fue utilizado como arma, siendo una víctima más de aquella guerra interna dentro del Partido Comunista.
Vasili, hijo de Stalin, dirigía personalmente el MVO Moscú, el equipo de la fuerza aérea soviética. Sin que hubieran transcurrido dos meses de la muerte de su padre, fue encarcelado acusado de traición y su equipo disuelto tras haber disputado seis jornadas del campeonato.
Este continuó a pesar de los vaivenes políticos y el título se decidió en la última jornada con. dos aspirantes al título, Spartak de Moscú y Dinamo Tbilisi.
La venganza se sirve bien fría
El Spartak de Moscú, ligado al sindicato soviético y que recibió su nombre en honor al esclavo romano, es conocido como «El equipo del pueblo». Del otro lado estaba el Dinamo de Tbilisi, único equipo georgiano del campeonato soviético, al igual que Beria y Stalin.
El tercero en discordia, aunque ya sin opciones era el Torpedo de Moscú, equipo ligado a la fábrica de automoción Moscovita ZIL y cuna del Eduard Streltsov «El Pelé Ruso».
El Dinamo de Tbilisi había rondado el título en varias ocasiones, pero siempre se habían quedado a las puertas de lograrlo. Si conseguían imponerse a los de la ZIL se proclamarían campeones y en caso de empatar con el Spartak habría un partido de desempate.
El encuentro terminó con un polémico 1-2 para los georgianos, con una actuación más que dudosa por parte del colegiado.
Unos 25.000 aficionados mostraron su descontento con una multitudinaria invasión de campo y el árbitro tuvo que huir a la carrera por túnel de vestuarios para no ser linchado.
El Torpedo presentó un protesta formal reclamando un penalti no señalado y que se anulase un gol en supuesto fuera del juego del Dinamo
Con los jugadores del Dinamo de Tbilisi celebrando el título saltó la noticia. Había que repetir el partido por supuestas irregularidades.
Los futbolistas fueron recibidos al grito de “berievtsi” (beriatas), que hundidos anímicamente fueron arrollados 4-1 por los moscovitas.
El entrenador georgiano admitió tiempo después que el árbitro le había dicho antes del encuentro que jamas ganarían aquel partido.
Campeones a dedo
Durante el desarrollo del campeonato, Nikita Kruschev que hasta entonces era secretario general del Partido Comunista, se había hecho con el poder en la URSS.
Su máximo rival en la lucha por el poder era Lavrenti Beria, georgiano como Stalin y máximo dirigente del NKVD, la policía secreta antecesora del KGB.
Lavrenti Beria era un gran aficionado al fútbol y acérrimo hincha del equipo de su tierra, el Dinamo de Tbilisi, que a su vez estaba controlado por la policía secreta, como todos los Dinamos en la Unión Soviética.
Nikita Kruschev ordenó personalmente la repetición del partido que definió el campeonato por varios motivos En primer lugar, temía que estallara un movimiento nacionalista georgiano fruto de las celebraciones, por otra parte había basado su estrategia en la deslegitimación de Stalin y de sus políticas, así como las de Beria.
Castigar a un club georgiano era castigar a la patria de su máximo rival político y de su antecesor. Pero la venganza no terminó ahí. Beria, uno de los hombres mñas poderosos de la URSS y mano derecha de Stalin fue fusilado en diciembre de ese mismo año.
El Dinamo de Tbilisi tuvo que esperar más de una década para resarcirse de aquel agravio. Un mes después de la destitución de Kruschev, en 1964, levantó el primero de sus dos Campeonatos Soviéticos.
