Cuatro años después de que el dictador Francisco Franco prohibiese al combinado español disputar su partido ante la URSS en la primera edición del torneo, el destino quiso que se cruzasen cuatro años después en la gran final.
El paradigma había cambiado. Ganar no era una opción. Era una obligación. Aquello no era solo fútbol, como casi todo en la época el partido estaba tremendamente politizado.
Frente a frente en un Santiago Bernabéu a rebosar se vieron las caras la vigente campeona y la anfitriona, encabezada por los Luis Suárez, José Ángel Iribar y Amancio Amaro entre otros extraordinarios futbolistas.
A los seis minutos “Chus” Pereda adelantó a los locales, pero la alegría duró poco, ya que, solo dos después Jusainov igualó la contienda.
Así se mantuvo el marcador hasta el minuto 84. En la hora de los héroes apareció Marcelino Martínez para anotar un gol que escribió con letras de oro su nombre en la historia del fútbol.
El delantero remató de cabeza en un escorzo imposible para poner el balón lejos del alcance del mejor guardameta del momento y estrella del equipo rival, Lev Yashin. Ni la “Araña Negra” fue capaz de atrapar aquella pelota.
“Chus” Pereda, tras “romper la cintura” del zaguero soviético fue quien puso el balón desde la banda derecha para el gol de Marcelino, aunque por un error en la televisión pública española durante décadas se pensó erróneamente que había sido Amancio.