Gerland fue el escenario del que posiblemente sea el encuentro con mayor carga política desde el nacimiento del fútbol.
Este partido fue un pequeño oasis de cordura en un conflicto entre dos naciones que arrancó en el siglo XIX, se intensificó durante la Guerra Fría y tuvo su punto álgido con la crisis de los rehenes que rompió las relaciones diplomáticas entre ambos países en 1979.
Durante el sorteo de la fase de grupos de la Copa del Mundo de 1998, celebrado en Marsella en diciembre del año anterior, el gesto de Blatter era de una profunda incomodidad al comprobar como el azar emparejaba a Estados Unidos e Irán en el Grupo F junto a Yugoslavia y Alemania.
Previa más que caliente
Desde que se conoció el enfrentamiento se sucedieron las declaraciones salidas de tono y un hastiante ensalzamiento nacional. En la previa del partido el clima era irrespirable.
De uno y otro lado se multiplicaron unos reproches, que no hacían más que incitar al odio. Todo hacía prever que aquello no iba a ser un partido de fútbol. Más bien una “guerra” sobre el césped.
Así se llegó a la fecha del partido, entre amenazas de invasión de campo y prohibiciones a los cuerpos técnicos de ir a visitar a la expedición rival. A todo aquel que intentó tender puentes a la cordialidad le disuadieron rápidamente.
Era tal la histeria que los dirigentes iraníes se negaron a que su equipo ejerciese como visitante (como habían tocado en el sorteo), ya que, sus jugadores saldrían un poco por detrás y tendrían que tender la mano a los estadounidenses. Todo estaba medido, nadie quería ceder ni un centímetro.
Tab Ramos centrocampista estadounidense y ex del Real Betis y, Jalal Talebi, seleccionador iraní exiliado de su país desde 1980, pusieron algo de cordura haciendo ver que aquel Estados Unidos vs Irán no era más que un partido de fútbol.
Una lección al mundo
El tono conciliador que no fueron capaces de alcanzar sus respectivos dirigentes fue la nota dominante del encuentro desde la salida de los jugadores al Stade de Gerland.
Los futbolistas de “El equipo Melli” saltaron al césped con ramos de flores blancas, simbolizando la paz, que entregaron a los estadounidenses y, ambos conjuntos posaron juntos en la tradicional foto previa al inicio del choque.
Redujeron la tensión con este precioso gesto, hasta el punto de ser bautizado como “el partido de la paz”. Dieron una lección a sus dirigentes brindando un duelo muy competido, pero que se podría calificar de guante blanco, ya que, el colegiado suizo Urs Meier apenas mostró tres tarjetas amarillas.
Victoria histórica
Por suerte para todos, lo único reseñable sobre lo ocurrido en el Stade de Gerland tiene relación con lo futbolístico y el «buen rollo», ya que, en las gradas se mezclaron aficionados con banderas de Estados Unidos e Irán y, no hubo un solo incidente.
La selección asiática se adelantó en el minuto 40 con un poderoso cabezazo de Hamid Estili ante el que nada pudo hacer Kasey Keller.
En el 84’ Mehdi Mahdavikia llevó al delirio a los aficionados iraníes definiendo a la perfección un contragolpe de los “Príncipes de Persia”.
Tres minutos después Brian McBride recortó distancias con algo de suspense. El marcador no se volvió a mover. Aquel Estados Unidos vs Irán se saldó con triunfo para los asiáticos, el primero de su historia en la Copa del Mundo.
Al final del choque la cordialidad continuó reinando entre los 22 jugadores y los respectivos cuerpos técnicos, demostrando que el fútbol es mucho más que un deporte. Capaz de transmitir valores primordiales para la sociedad y, de unir a las personas.
La victoria no evitó que el conjunto iraní terminase eliminado en su primera participación mundialista desde 1978. El combinado estadounidense también fue apeado del torneo a las primeras de cambio tras perder los tres encuentros del grupo.
Chapeau para todos los protagonistas del “partido de la paz”. Los jugadores de Estados Unidos e Irán hermanados sobre el césped dieron una lección al mundo aquel 21 de junio de 1998.