A finales de la década de 1980 y comienzos de los 90 el fútbol yugoslavo vivió su época dorada, con la generación que se coronó en el Mundial sub-17 de 1987 y la base del Estrella Roja campeón de Europa en 1991.
Boban, Mijatovic, Savicevic, Suker o Prosinecki empezaron a sonar con fuerza para los grandes del Viejo Continente. Uno de los más deseados fue este último, centrocampista croata que deslumbraba con su calidad técnica y capacidad goleadora.
Olympique de Marsella, Real Madrid y AC Milan se unieron a la carrera para hacerse con los servicios de Prosinecki.
Los rossoneri parecían haberse llevado el gato al agua, pero todo se truncó tras el reconocimiento médico. Detectaron un problema en el joven Prosinecki, su mandíbula alargada e incisivos salidos podían acarrearle problemas musculares y de espalda.
El conjunto de San Siro declinó su fichaje, decantándose por Dejan Savicevic. La jugada no le salió nada mal al Milan. Por su parte, Robert recaló en el Real Madrid, que pagó por sus servicios la nada desdeñable cifra de 550 millones de las antiguar pesetas
El bueno de Prosinecki no pudo triunfar en Chamartín a causa de las constantes lesiones, como habían pronosticado los doctores del Milan.