Corría el minuto 47 cuando el centrocampista vio la tarjeta roja tras propinarle una patada a Diego Pablo Simeone. Esta expulsión puso en el disparadero a Becks y su continuidad con “The Three Lions” se convirtió en cuestión de estado.
De villano a héroe
Al día siguiente un diario inglés tituló: “Diez leones heroicos y un chico estúpido”. La campaña contra Beckham por aquel error fue atroz, culpándole abiertamente de la eliminación le llegaron a tildar de traidor.
El capitán inglés empezó a redimirse metiendo a su país en la siguiente edición de la Copa del Mundo con un golazo de falta ante Grecia en el último suspiro del último partido de clasificación disputado en Old Trafford el 6 de octubre de 2001.
Siempre caprichoso, el destino quiso encuadrar a Argentina e Inglaterra en el mismo grupo del torneo disputado en tierras asiáticas.
Tras igualar con Suecia en la primera jornada el duelo ante la albiceleste se antojaba de vital importancia para que los ingleses lograsen avanzar en el torneo. Así el 7 de junio de 2002 David Beckham se le presentó la oportunidad de desterrar para siempre los fantasmas del pasado.
Más aún cuando al filo del descanso les señalaron un penalti a favor. El capitán no dudo. Respiró hondo y con un derechazo raso batió a Pablo Cavallero, para acto seguido sacar a flote todo lo vivido en la celebración.
Beckham estalló de alegría junto a todo su país. El pecado fue redimido. El gol de Beckham a Argentina le otorgó el perdón de todos los ingleses cuatro años después de ser crucificado.
Inglaterra accedió a la siguiente fase como segunda y llegaron hasta cuartos de final, mientras que la albiceleste se pegó un gran batacazo, al no superar la fase de grupos.