Y no le faltaba razón. Hasta la fecha Alemania ha conquistado cuatro Mundiales y tres Eurocopas. En sus 19 participaciones mundialistas ha llegado hasta las semifinales en 13 ocasiones. Cifras similares tiene en el torneo continental, ya que, de 12 presencias en 9 también ha llegado hasta el penúltimo escalón del torneo.
Los datos no hacen más que evidenciar que tengan el equipo que tengan, con más o menos talento, hay una constante. Son unos animales compitiendo.
Un mal invitado
A todo lo anterior se le suma que Alemania tiene especial predilección por aguar la fiesta a los anfitriones en las grandes citas. Hasta en 9 ocasiones lo han hecho.
En 1972 se cargaron a Bélgica en las semifinales de la Eurocopa y cuatro años después repitieron en la misma ronda ante Yugoslavia. También en semifinales doblegaron a Suecia en 1992 y arrebataron a Inglaterra el pase a la gran final en 1996.
Austria fue su víctima en la fase de grupos de la Eurocopa de 2008 y, similar recorrido han seguido en la Copa del Mundo eliminando anfitrionas. En 1982 fue a España en la segunda fase de grupos y cuatro años después México cayó ante Alemania desde el punto de penalti en los cuartos de final.
Los más recientes son Corea del Sur en las semifinales de la edición de 2002 y Brasil en el archiconocido “Mineirazo” de 2014.
La venganza perfecta
Hoy nos centramos en una de las grandes rivalidades a nivel de selecciones. Alemania vs Inglaterra, que tuvo su primer episodio en la final de la Copa del Mundo de 1966 en Wembley.
Tras aquel polémico partido con el “gol fantasma” más famoso de la historia, los germanos se vengaron venciendo a los “Pross” en la siguiente edición del torneo.
Firmaron tablas sin goles en el Mundial de 1982 y 8 años después en el torneo disputado en tierras italianas los teutones se llevaron el gato al agua desde el punto de penalti.
Ya habían ganado en el Wembley en un amistoso disputado en octubre de 1982 gracias a un doblete de Karl-Heinz Rummenigge, pero en las semifinales de la Eurocopa se les presentaba una oportunidad pintiparada para eliminar a la anfitriona en su templo y vengar la afrenta sufrida tres décadas atrás.
Ambos llegaban invictos al penúltimo escalón del torneo, además Alemania solo había encajado un gol por los dos de Inglaterra. La igualdad era máxima y esa fue la tónica general de aquella semifinal.
Sin tiempo para reaccionar Alan Shearer adelantó a los locales en el minuto 3 con un testarazo en el área pequeña, pero en el 16’ Stefan Huntz aprovechó un error en la marca para igualar la contienda. El marcador ya no se volvió a mover y no fue por falta de oportunidades.
Todo se decidió en la siempre cruel tanda de penaltis. Marcaron todos menos Gareth Southgate. Alemania se coló en la final y ganó su tercera Eurocopa. Lineker volvía a tener razón.