En muchos algunos casos estos «acuerdos» vienen propiciados por las buenas relaciones diplomáticas entre los contendientes o temas culturales, al más propio estilo Eurovisión. Es lo que se conoce como “biscotto». Amaño en castellano.
Literalmente significa galleta y se asocia a este tipo de adulteraciones deportivas porque a los caballos de carreras les daban sustancias en forma de galletas para mejorar sus resultados. Dopaje equino en toda regla.
En la mayoría de casos dos selecciones que se enfrentan en el último partido, pactan un resultado que satisface los intereses de ambas. Otras veces simplemente con el afán de eliminar a un rival más duro y así evitar cruzárselo más adelante.
Todo queda en casa
Uno de los casos más célebres fue el Alemania vs Austria de la Copa del Mundo de 1982.
Los “hermanos de sangre” pactaron una victoria por la mínima de los germanos que daba el pase a ambos, dejando fuera a la revelación del torneo, Argelia. Aquel día en El Molinón nació el legendario “Que se besen, que se besen”
En aquel Mundial se dio otra circunstancia inédita. Italia empató sus tres partidos y logró clasificarse, para ser a la postre ser campeona.
Mitad para ti, mitad para mí
En Italia ’90 se dio una circunstancia muy similar, con la peculiaridad de que en aquel torneo accedieron a octavos de final los cuatro mejores terceros clasificados, abriendo un mar de posibilidades a la especulación en la última jornada.
El grupo F estaba compuesto por Holanda, Inglaterra, Irlanda y Egipto. Tras las dos primeras jornadas todos sumaban 2 puntos. Todo estaba en juego en los duelos Holanda vs Irlanda e Inglaterra vs Egipto.
Los tulipanes se adelantaron en el minuto 11 con gol de Ruud Gullit. Inglaterra no quiso estar a expensas de los neerlandeses y marcó el 1-0 en el 59´. Con ese resultado tanto irlandeses como holandeses accedían a la siguiente de ronda en caso de empate.
La derrota irlandesa favorecía a Escocia o Austria, que tenían 2 puntos cada una, pero Quinn igualó la contienda en el 71′ y ni unos ni otros quisieron que el marcador se volviese a mover. Hasta el pitido final sobre el césped del Stadio Della Favorita se vio una colección de pases en perpendicular sin ningún afán ofensivo
Aquel empate supuso la igualdad total entre Irlanda y Holanda, por lo que se sorteó quien ocuparía la 2ª y la 3ª plaza, quedando ordenados así respectivamente.
Que parezca un accidente…
Un biscotto más reciente lo encontramos en el grupo C de la Eurocopa de 2004 formado por Italia, Bulgaria, Suecia y Dinamarca.
Italia empató sus dos primeros partidos 0-0 y 1-1 frente a suecos y daneses. Por su parte Suecia y Dinamarca vencieron a los búlgaros 5-0 y 2-0 en sus respectivos cruces.
En la última jornada la «azzurra» se midió a Bulgaria que estaba matemáticamente eliminada y en caso de empate a 2 o más goles entre los vecinos escandinavos, Italia no se clasificaría aun logrando la victoria.
En caso de empate entre las tres selecciones se tenía en cuenta el golaverage entre las implicadas, lo que hacía inútil el triunfo italiano.
Los tifosi se temían lo peor entre dos selecciones hermanadas, con inmejorables relaciones diplomáticas y culturalmente emparentadas. En Oporto olía a biscotto.
Las gradas y los aledaños del Estadio do Bessa mostraban las deseos de las aficiones nórdicas. Rojos y amarillos, abrazados, bebiendo juntos, con sus cascos con cuernos y mostrando orgullosos los carteles de “Nordic victory” o 2-2.
Tommason adelanto a Dinamarca en el 28′ y Petrov, desde los 11 metros, puso por delante a Bulgaria en el descuento de la primera parte. Si Italia no ganaba poco importaba el resultado entre escandinavos.
Nordic victory
Suecia empató en el 47′ con un penalti transformado por Larsson, no sea que se complique la cosa y uno después Perrotta logró la igualada para Italia.
De nuevo Tomasson en el 66′ puso por delante a «La Dinamita Roja» y Jonson en el 89′ dejó sin esperanza a la «azzurra«. Este gol y el discurrir del partido fue un tanto sospechoso entre primeros hermanos sin rencilla alguna por medio.
Cassano puso el 2-1 en el descuento y su éxtasis fue sofocado por sus compañeros, sabedores ya del empate entre escandinavos. “Talentino” no fue capaz de retener las lágrimas al enterarse que su gol no valía para nada.
Fueron los propios italianos los que popularizaron el famoso término “biscotto” tras aquella sospechosa eliminación.
Su término tal vez quedó tan arraigado porque lo han sufrido mucho y muy amargamente, tanto que llegaron a temer un nuevo “arreglo” entre croatas y españoles en la Eurocopa de 2012, que por cierto no se produjo.