Lo más sorprendente de aquel culebrón fue el desenlace, en el que nada terminó como se esperaba.
Si hay un fichaje en el mundo del fútbol en el que el marketing tuvo más importancia que el deporte. Fue el del por entonces estrella indiscutible del Manchester United y de la selección inglesa. Además de estrella mediática, icono de la modo y celebrity en toda regla.
Como una estrella de rock
Gracias a su matrimonio con Victoria Adams, ex Spice Girl, empezó a llenar las portadas de la prensa del corazón y no solo de los tabloides deportivos, convirtiéndose en el deportista más popular de finales del siglo XX y comienzos del XXI.
Podría decirse que era “un anuncio con patas”, su atractivo y elegancia le convirtieron en imagen de innumerables marcas que explotaban su popularidad.
En el campo, era un centrocampista muy elegante con un exquisito golpeo de balón, que repartía asistencias por doquier ye hizo del balón parado su mejor arma.
El proyecto de Florentino Pérez arrancó en el verano 2000 con el denominado Madrid de “Los Galácticos”, cumpliendo su deseo de llevar a las mejores estrellas del momento al Santiago Bernabéu.
Su política económica consistía en explotar la imagen publicitaria de dichos jugadores maximizando el beneficio económico para financiar dicha estrategia.
En su primer año llegó Luis Figo, en 2001 fichó a Zinedine Zidane y un año después Ronaldo Nazario. En 2003 puso sus ojos en David Beckham, que era un muy buen jugador, pero sobre todo era una máquina de hacer dinero.
Sin pretender menospreciar a “Becks», futbolísticamente estaba a años luz de los anteriores, pero como estrella mediática traspasaba las fronteras del fútbol y esto encajaba a la perfección en el plan del presidente blanco.
Triangulo amoroso
Beckham había vivido prácticamente toda su carrera en el Manchester United. Era un hombre de club, pero hubo un incidente en febrero de 2003 que propició su salida.
En los octavos de final de la FA Cup el Arsenal venció a los «Diablos Rojos» 0-2 y al final del partido Ferguson le recriminó a Beckham algunas acciones, arrancando así una fuerte discusión que terminó con una bota lanzada por el técnico impactando en la ceja de Beckham.
La brecha necesitó dos puntos de sutura y rompió definitivamente la relación entre el Spice Boy y su entrenador, convirtiéndose en el detonante para su salida de Old Trafford.
Durante el verano anterior, el Mundial de Corea y Japón puso en el escaparate a un joven centrocampista brasileño, Ronaldinho, estrella del PSG y campeón del mundo con Brasil.
Como tantas otras veces Madrid y Barcelona iniciaron una pugna por hacerse con los servicios de ambos futbolistas. La directiva culé llegó a un acuerdo económico con el Manchester United por valor de 42 millones de euros por el traspaso de Beckham.
Por otro lado y, aunque Florentino lo negase, el jugador llevaba meses negociando con el Real Madrid y se negó a fichar por el Barcelona. Seguro que os acordáis del «Never, never, never» del mandatario blanco.
Mientras tanto el Manchester United, al haber asumido la salida de su estrella, entró en la puja por Ronaldinho y comenzó a negociar con el PSG.
Supuestamente los blancos llegaron a ofrecer al equipo francés 20 millones de euros para hacerse con el brasileño, pero el beneficio estaba en que lo dejaría cedido una temporada más en Paris.
Lo que satisfacía al equipo galo no terminaba de llenar a Ronaldinho y en estas apareció el Barcelona, inmerso en unas elecciones que terminaron con Joan Laporta en el palco del Camp Nou.
Intereses cruzados
Aunque jugando a dos bandas, el Real Madrid priorizó el fichaje de David Beckham y finalmente cerró un acuerdo con el Manchester por 25 millones, a los que se sumaron otros 10 en variables.
Cuenta la leyenda que alguien le dijo que a Florentino que Ronaldinho no vendería muchas camisetas porque era feo y no era la imagen que querían para el club.
Mientras tanto el Barcelona viendo la voluntad del inglés se centro en la contratación de la estrella brasileña. Sandro Rosell, entonces vicepresidente del Barça, conocía a Ronaldinho personalmente gracias a su trabajo para la marca Nike en Brasil. Algo que resultó fundamental para su fichaje.
Convenció a Laporta, a pesar de la situación económica del club para que apostase por él y al jugador para que recalara en el club azulgrana.
Un par de semanas después del fichaje de Beckham por el Real Madrid, el Barcelona pagó al PSG 27 millones de euros en concepto de traspaso por Ronaldinho.
El Real Madrid a priori salió victorioso de su pugna frente con el eterno rival durante aquel verano, pero poco más de un año después se vio quién había vencido realmente.
