La selección en aquella época tenía algunos jugadores con cierta calidad técnica, pero estaba años luz de lo que vivimos en nuestra etapa más gloriosa.
Clemente, más amigo de la brega y del «patapun pa´rriba» que del «tiki-taka», solía alinear un medio campo plagado de obreros, en muchos casos defensas reconvertidos.
Eran otros tiempos. Los de «La Furia», esa que nos llevó a los cuartos de final frente a una muy buena selección italiana, que no es que jugase a otra cosa, es que tenía gente de una calidad brutal arriba.
Italia se había adelantado con un gol de Dino Baggio. Caminero, con algo de fortuna, había igualado merecidamente para España.
El arbitraje de Sándor Puhl fue más que cuestionable, con el famoso cozado de Tassotti a Luis Enrique, que debió dejar a Italia con 10.
Aquel partido lo controló más o menos España, pero «Il Divino» Roberto Baggio, despertó a los españoles del sueño.
Seguramente uno de mis primeros recuerdos futbolísticos. Recuerdo con amarga desolación este gol, pero hay que reconocer que es un golazo. Qué calidad. Qué definición. Brutal.
¡Que injusto es el fútbol! Tan injusto como maravilloso. Así fue el gol de Roberto Baggio a España.