En la temporada 1989/1990 debutó en Primera División, pero sería en la temporada 90/91 cuando destacó como estrella del Sporting.
El conjunto asturiano dirigido por Ciriaco Cano, con una plantilla donde destacaban futbolistas de la talla de Manjarín, «Pitu» Abelardo (actual técnico del Alavés), el ya veterano Joaquín o el guardameta internacional conocido como «El Gatu» Ablanedo II, que consiguió alzarse con el Zamora hasta en tres ocasiones (1985, 1986 y 1990).
El Sporting conseguiría la quinta plaza esa temporada, por encima de su máximo rival histórico, el Oviedo, que fue sexto, clasificándose para la UEFA en la última jornada, tras imponerse en Mestalla por 0-1 al Valencia, con gol de nuestro protagonista, que consiguió la friolera de 14 tantos esa campaña.
Le llega la oportunidad
El éxito colectivo del Sporting y el individual del delantero, le valió el interés de los grandes. Ese mismo verano puso rumbo a Chamartín tras desembolsar Ramón Mendoza 250 millones de las antiguas pesetas, siendo unos de los fichajes más caros de la historia de la Liga hasta ese momento.
En Madrid ni Antic, ni Leo Beenhakker, ni Benito Floro le dieron facilidades. Se vio obligado a jugar de centrocampista o de incluso de lateral, lo que mermó mucho su rendimiento, sería Valdano quien le diese más bola.
A pesar de ser pieza clave, disputar la mayoría de los encuentros y poseer la medalla olímpica del 92, no terminaba de despuntar, no pasando en ninguna temporada de los 4 tantos. Muy lejos de lo que se esperaba de él.
En el verano del 94 disputó el mundial de USA, en el que se produce el fatídico momento que muestra el vídeo y que uniría su nombre al de Tassotti el resto de su carrera.
Consiguió esta última Liga (1994-1995) con el famoso 5-0 al Barça, y había conseguido la Copa y la Supercopa de España en 1993 Aunque también había sufrido el 0-5 blaugrana vestido de blanco.
No llegó a un acuerdo de renovación y decidió probar suerte en el eterno rival.
¿Héroe o villano? Cosas del puente aéreo
A bombo y platillo fue presentado en la Ciudad Condal, con declaraciones tan incendiarias como «Cuando me veo en cromos vestido de blanco me dan ganas de vomitar», que le convirtieron en el enemigo blanco número uno durante muchos años.
Esta guerra abierta le convirtió en objeto de mofas tan ilustres como el “L…, tu padre es Amunike”, haciendo referencia a su compañero nigeriano en el equipo, que llegó con vitola de estrella y pasó sin pena ni gloria por la ciudad condal.
Aunque es otra historia, no quiero pasar por alto las mofas recibidas por Amunike, resaltando un saque de banda, que incluso se convirtió en campaña publicitaria de Renault.
Jugó hasta colgar las botas en 2004 en el FC Barcelona, donde aumentó considerablemente su cuantía goleadora, consiguiendo 17 y 18 goles en sus dos primeras campañas, en las que volvió a jugar en su posición natural, mucho más cerca del área rival.
En Barcelona añadió a su palmarés dos Ligas, dos Copas y otra Supercopa.
En el campo siempre destacó por su carácter y garra, siendo un jugador de esos que siempre se dejan la piel. Si bien nunca brilló por su calidad técnica o por tener un físico privilegiado, ese gen ganador, su polivalencia y sobre todo su inteligencia, le permitieron gozar de cierta regularidad con todos los técnicos con los que coincidió en Barcelona.
Un codazo que nos dolió a todos
En su etapa como entrenador en Italia, en la Roma, se reencontraría con su «viejo amigo» Tassotti, perteneciente al cuerpo técnico del AC Milan y al que daría la mano con toda normalidad 17 años después.
Después entrenó al Celta de Vigo, del que sacó un gran rendimiento o el FC Barcelona, hasta recabar en la selección.
Del actor secundario del vídeo, cabe resaltar que aunque los españoles solo recordemos a Tassoti por aquel incidente, a lo largo de su carrera, este central que lucía el «9» consiguió un palmarés a la altura de unos pocos privilegiados; 3 Champions, 3 UEFA, 5 Scudetto, 4 Supercopas de Italia, 2 Intercontinentales y 3 Supercopas de Europa… Casi nada.
Como ya sabréis el personaje no es otro que Luis Enrique.
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