Bueno, a favor del galo hay que decir que compaginaba su trabajo en un establecimiento de comida rápida con partidos en un club amateur de los suburbios de París.
Nieto de Maurice Chevalier, estrella del cine francés, su sueño era alcanzar el fútbol profesional y jugar en el PSG. Y lo iba a cumplir, aunque de aquella manera.

El que la sigue la consigue
Cuenta que a la tierna edad de 10 años su padre le prohibió seguir jugando porque sentía vergüenza ajena al verle sobre el terreno de juego.
Una década más tarde el bueno de Gregoire Akcelrod se coló en el Parque de los Príncipes y se hizo unas fotos con la camiseta del equipo de su sueños. Seguidamente aprovechando las posibilidades que le ofrecía un naciente Internet para la gran mayoría de los mortales, montó su página web y copió múltiples artículos que hablaban sobre Nicolas Anelka, atribuyéndose las cualidades de su paisano.
Esta argucia le sirvió para conseguir una prueba con varios equipos ingleses. Aunque el engaño rápidamente saltó a la vista y cuando le vieron desempeñarse le descartaron a las primeras de cambio.
Pese a todo su empeño surte efecto y logra que el CSKA Sofía, por entonces equipo de Champions League, le ofrezca un contrato de 15.000 libras mensuales

Al descubierto
El plan de Gregoire Akcelrod parecía haber salido a la perfección. Estaba a las puertas de cumplir su sueño e incluso llegar a debutar en la máxima competición del fútbol europeo, pero de la noche a la mañana todo se torció.
Un aficionado del CSKA contactó con un foro de aficionados parisinos. Nadie conocía a este jugador. Así la farsa quedó al descubierto y el club búlgaro rompió su contrato con el futbolista inexistente.
Pese al contratiempo él siguió intentándolo y probando suerte en otros países, hasta terminar jugando en la Primera División del fútbol canadiense y, una vez retirado de los terrenos de juego empezó su labor como agente de futbolistas.
No pudo cumplir su sueño de dedicarse al fútbol profesional, pero lo intentó todo y no le faltaron tácticas originales para tratar de conseguirlo. Peripecias que quedaron inmortalizadas en el libro Profesional a toda costa.
