Lo más habitual son los fichajes o rumores sobre nuevas contrataciones, al mas puro estilo de la prensa rosa, corren ríos de tinta especulando sobre posibles transacciones.
El verano de 1999 fue uno de esos, ya que, pese a disputarse la Copa América, este torneo no tiene demasiado tirón en el Viejo Continente.
El Real Madrid venía de un año en blanco en el que John Benjamin Toshack había sustituido a Hiddink durante el último tercio de la temporada.
La 1998-1999 significó la irrupción de Nicolas Anelka, de apenas 19 años. Su tercera temporada en el Arsenal fue la de su consagración como estrella, siendo nombrado como el mejor jugador joven de la Premier League.
La perla del momento
Media Europa puso sus ojos en el ariete francés que había anotado 19 goles en 46 partidos.
Formado en la escuela de fútbol de Clairefontaine, dependiente de la Federación Francesa y criadero de otras grandes estrellas pronto dio el salto al entonces modesto PSG.
Con solo 17 años y a pesar de los escasos minutos disputados con los parisinos Arsène Wenger vio en el atacante francés un diamante en bruto y el tiempo terminó dándole la razón, aunque su peculiar personalidad le acarreó más de un problema.
La primera temporada en Londres fue muy discreta, tuvo pocos minutos. La segunda en la que el Arsenal hizo el doblete mejoró considerablemente y la tercera fue descomunal.
Sin una cabeza a la altura de su clase
En el plano personal era un joven tímido, arrogante y conflictivo acostumbrado a pisar muchos charcos, por algo le llamaban “Le Sulk”(el malhumorado).
Tras su mejor campaña en los gunners él mismo contó una anécdota por la que decidió dejar el club inglés.
Su compatriota Patrick Vieira le recriminó un error y Anelka en lugar de aceptar la crítica de un peso pesado del vestuario entró al trapo. Aquella soberbia infantil se desvaneció de un plumazo cuando el «4» le abofeteo con su pene.
Aquel incidente tuvo el mismo efecto que la famosa bofetada a Beckenbauer. Anelka no volvió a jugar con el Arsenal. Ese mismo verano su hermano y agente le ofreció a media Europa, mientras él se declaró en rebeldía, negándose a entrenar.
El Arsenal llegó a denunciar ante la UEFA los contactos entre el jugador, con contrato en vigor y el Real Madrid.
Los blancos buscaban sustituto para Mijatovic y Suker, que acompañase en la delantera a Morientes y Raúl.
A pesar de las ofertas de Juventus y Lazio, finalmente, el Real Madrid llegó a un acuerdo con el Arsenal por valor de 5.600 millones de las antiguas pesetas. El fichaje más caro de la historia en aquel momento.
Una apuesta arriesgada
El Real Madrid abonó 2.000 millones al contado y una cifra cercana a 500 millones por temporada hasta completar la cuantía.
El excéntrico Anelka llegó un 5 agosto, fuera de forma tras un periodo de inactividad y con poco tiempo para ponerse a punto antes de empezar la competición.
Toshack le hizo hueco en el equipo pegado a la banda, una invención para no prescindir de Morientes, ni Raúl. Sus actuaciones eran más que discretas, los problemas físicos no dejaban de sucederse y no había ni rastro de sus goles.
En noviembre Anelka avivó la polémica y echó más leña al fuego declarando a la prensa que todo era culpa del sistema de juego, ya que estaba fuera de su posición: «juego en la derecha y todo el mundo sabe que mi puesto está en el eje. Después no hay que pedirme que marque goles. Si me hubieran dicho: vas a jugar en la derecha nunca hubiera venido aquí”.
También tuvo palabras poco amistosas para su compañero y delantero titular Morientes, aludiendo a su oportunismo: «jugamos con un sistema en el que hay un delantero [Fernando Morientes], que es un buen jugador. Nunca he marcado un gol de esta manera. De cualquier forma, no me gusta marcar goles así…..Yo juego en punta y necesito que me den balones en profundidad. No hace falta que me piden que cambie mi manera de jugar porque no la cambiaría incluso si llego al final de temporada sin haber logrado un gol»
El Madrid llamó al orden a Anelka e incluso se llegó a especular con un traspaso en el mercado invernal.
Polémica, tras polémica
Tras el interés de la Juventus se llegó a rumorear un posible trueque por su compatriota Zinedine Zidane.
Anelka volvió a contraatacar diciendo que si seguía así se retiraría y dejaría el fútbol o que si era cedido no volvería a Madrid, porque eso significaría que habían perdido la confianza en él.
No se dejó de hablar de su falta de adaptación. Pasaba las horas jugando a la videoconsola, no tenía hábitos de deportista profesional y la relación con sus compañeros era inexistente. La llegada de Del Bosque para sustituir a Toshack, con un perfil más conciliador, le vino como caída del cielo.
Vicente empezó a darle minutos, sus problemas físicos fueron desaparecieron y comenzó a verse una leve integración de Anelka en el equipo.
Pese a la decepcionante participación de los blancos en el primer Mundial de Clubes, quedando en cuarto lugar, Anelka mejoró notablemente su rendimiento y logró su primer gol el 5 de enero de 2000 ante Al-Nassr.
Su mejor partido en España hasta el momento fue en el Clásico del 26 de febrero, en el que los blancos vencieron 3-0 y el delantero francés logró su primer tanto en Liga.
A pesar de ello fue suplente en el siguiente partido de la Copa de Europa, algo que provocó las iras del delantero declarándose en rebeldía, no asistiendo a entrenar y negándose a jugar.
Declaró a los medios franceses que el Real Madrid le trataba como a un perro, desaprovechaba su talento y que sus compañeros le torpedeaban. Además admitió no hablarse con los españoles.
Tras 3 días de ausencia en los entrenamientos le sancionaron con 45 días apartado del equipo y 55 millones de sueldo.
El 29 de marzo dio rueda de prensa en la que se retractó y pidió perdón, lo que significó el primer paso para su reincorporación a la disciplina deportiva del club.
Algo bueno tenía que tener
Su gran momento llegó en las semifinal de la Champions League 1999-2000. El Real Madrid se midió a un poderoso Bayern de Múnich, que había goleado a los blancos en ambos encuentros de la liguilla de octavos de final.
Además con el equipo en mitad de tabla en Liga, pocos confiaban en la machada merengue. Pero lo hicieron. En un gran partido en el Santiago Bernabéu derrotaron 2-0 a los bávaros. Anelka fue titular y marcó el primer gol.
En la vuelta otro gol suyo en el Olympiastadion significó el 1-1 y a la postre el pase a la final, pese a que los locales se llevaron el partido con otro tanto en la segunda parte.
Los blancos ganaron su octava Copa de Europa ante el Valencia CF y, gran parte de aquel título se lo debe a Nicolas Anelka, porque sin él, el Real Madrid no hubiera superado aquella durísima semifinal.
Ese verano la llegada de Florentino Pérez a la presidencia provocó su salida, rumbo de nuevo al PSG y recuperando unos 5.500 millones, prácticamente la totalidad de la inversión.
Nicolas Anelka no alcanzó ni por asomo el nivel que se esperaba de él en el Bernabéu y copó más portadas por sus salidas de tono que por su magia futbolística.
Años más tarde, ya en la madurez, volvió a ofrecer su mejor versión, pero esa ya es otra historia…