A pocos metros de la emblemática Torre de Hércules, cerca de la playa de Riazor y a menos de tres kilómetros del estadio del Deportivo de La Coruña, se encuentra la calle “Hermanos de la Lejía”.
Este curioso nombre tiene un origen aun más sorprendente y cuasi desconocido. La familia García era original de Ribadeo, localidad fronteriza entre Galicia y Asturias.
De allí fue expulsado el cabeza de familia por sus fuertes convicciones socialistas y obligado a vivir su destierro a más de 150 kilómetros de su localidad natal.
Se instaló junto a su familia en A Coruña. Allí fue uno de los fundadores de la Agrupación Socialista y montó un pequeño negocio familiar, una fábrica de lejía, que dio origen al apodo de los ocho hermanos.
De padres a hijos
Fruto de esas fuertes convicciones socialistas, solo el primogénito fue bautizado con el nombre de José, aunque siempre fue conocido como “Pepín el de la lejía”
Sus hermanos recibieron nombres que rendían homenaje a grandes figuras vinculadas a la izquierda; Jaurés, Voltaire, France, Berthelot y Bebel, en honor al socialdemócrata y fundador del SPD alemán, August Bebel.
Bebel García García, como varios de los «hermanos de la lejía» siguió la tradición familiar, tanto en lo deportivo como en lo político. Mientras que sus hermanos se decantaron por atletismo o boxeo, éste lo hizo por el fútbol y en 1932 con apenas 18 años debutó en el Deportivo de La Coruña, antaño conocido como CD Coruña.
Con los blanquiazules jugó casi 4 temporadas, con un breve impasse en el Deportivo Granada, actual Granada CF.
Zurdo para todo
En el campo era un rápido extremo, cómo no zurdo, hasta para pegarle al balón prefería la izquierda.
Desarrolló su efímera carrera deportiva en Segunda División, aunque sin tener un papel protagonista en el club, anotó 10 goles y consiguió la salvación in extremis en la primavera de 1936.
La vida política de los «Hermanos de la Lejía» siempre giró alrededor de la lucha social y los movimientos de izquierdas.
Pepín fue arrestado por su participación en la huelga general revolucionaria de 1934, permaneciendo un año en la cárcel. Una vez libre participó activamente en la fundación de las Juventudes Socialistas Unificadas y fue nombrado secretario general en la región.
Poco después fueron detenidos Bebel y France por disturbios callejeros de carácter político. Siguiendo sus pasos, sus hermanos se integraron en dicha formación.
Con el levantamiento de los sublevados el 18 de julio de 1936 y el estallido de la Guerra Civil, Pepín escapó a zona republicana a través de Francia. No así al menos tres de sus hermanos, que tomaron parte en el conflicto, o al menos lo intentaron.
El gobierno militar de A Coruña no se unió al golpe, por lo que los enfrentamientos entre partidarios de uno y otro bando se sucedieron en las calles durante 4 días.
Bebel, France y Jaurés participaron en la defensa de la sede del gobierno civil, bombardeada por los golpistas hasta su caída. Tras la toma de la ciudad, los insurrectos iniciaron una represión brutal en la ciudad que fue símbolo de la República en Galicia.
Los tres hermanos trataron de huir a zona republicana, pero fueron interceptados y detenidos nuevamente. Un día después, tuvo lugar un juicio sumarísimo que contó con la participación especial del que fuera presidente del Deportivo, el club de Bebel.
José María Salvador y Merino sufrió los estragos de la guerra en su familia, cuando un grupo de socialistas asaltó su casa y en ausencia de su padre asesinaron a su madre.
Aquella farsa contra los «Hermanos de la Lejía» se sustentó en una serie de acusaciones, sin prueba alguna, fruto de su conocida ideología.
Entre los cargos estaban la quema de iglesias, ataques a personas de derechas, implicación en el asesinato de los hermanos Freire o en el atentado contra un general el mismo 18 de julio.
Jaurés fue condenado a cadena perpetua, ya que era menor de edad, pero apareció muerto días después junto a la tapia del cementerio, supuestamente al aplicársele la “Ley de Fugas”.
Bebel de 22 y France de 24 años fueron condenados a muerte y llevados frente al pelotón de fusilamiento en el Campo de la Rata el 29 de julio de 1936.
Mirando a los ojos a la muerte
Ambos hermanos encontraron la muerte como muchos otros represaliados de la Guerra Civil.
Como última voluntad Bebel pidió orinar de cara al pelotón antes de ser ejecutado y así encontró la muerte, tras una “larga meada” frente a sus verdugos.
Hoy una calle, muy cerca del lugar de su ejecución, recuerda para la eternidad a los «Hermanos de la Lejía».