Aunque su fama mundial le llegó a través de la gran pantalla, el primer James Bond siempre fue un hombre de fútbol, aunque no sea tan conocida esta faceta suya.
Thomas Sean Connery nació en Edimburgo, Escocia, en 1930 en el seno de una familia obrera. Su padre era operario fabril y camionero, mientras que su madre compaginó la vida familiar con trabajos como limpiadora.
Sin poder terminar la escuela tuvo que empezar a trabajar desde muy joven, en empleos tan dispares como albañil, lechero o pulidor de ataúdes.
Sean Connery nunca se alejó del mundo del deporte, durante su juventud practicó culturismo, mundillo en el que se le conocía como “Big Tom” por su altura.
Aquella afición por el culturismo le abrió las puertas a trabajar como modelo y sacarse algún dinero extra, además de sumar otro oficio más a su polifacético expediente.
También participó en el certamen de Mr. Universo donde quedó en tercera posición.
Pero si había un deporte que le volvía loco era el fútbol. Desde niño Sean Connery fue un apasionado del fútbol y, como cualquier chaval soñaba con ser una estrella mundial del balón.
El fútbol en la sangre
El futbol escocés tiene una peculiaridad, la rivalidad entre los dos grandes, Rangers y Celtic, traspasa lo futbolístico alcanzando lo religioso
Mientras que los aficionados del Celtic son eminentemente católicos, los del Rangers son protestantes en su mayoría.
Sean Connery fue seguidor del Celtic de Glasgow desde niño, que siempre se declaró católico al igual que su madre, mientras que su padre era protestante.
Llegó a hacer las pruebas para jugar en el modesto East Fife FC, hoy en la Tercera División escocesa, pero no fue admitido en el club.
Mejor suerte tuvo con el Bonnyrigg Rose Athletic FC, actualmente en el fútbol regional escocés.
Allí empezó a destacar como extremo derecho hasta tal punto que un ojeador del Manchester United recomendó su contratación.
El mítico Matt Busby, quien fuera entrenador de los «Diablos Rojos» pretendió su fichaje. Llegó a ofrecerle a su compatriota un contrato profesional y la nada desdeñable cantidad de 25 libras semanales.
A los 23 años Sean Connery se encontraba ante la oportunidad de su vida. Tenía a su alcance lo que siempre había soñado.
Una decisión inesperada
Sorprendentemente rechazó la posibilidad de jugar en Old Trafford. Tiempo después el futuro James Bond explicó que “echó cuentas”, como dicen los paisanos y, no lo vio claro.
Al haber cumplido ya los 23 calculó que le quedaban unos 7 u 8 años de carrera deportiva, teniendo en cuenta la edad a la que se retiraban por aquel entonces los futbolistas.
En cambio, acababa de entrar en el mundo de la interpretación, colaborando desde 1951 en el Teatro Real, donde podría tener una carrera mucho más larga.
A día de hoy sabemos que hizo lo correcto, ya que, no sabemos hasta dónde habría llegado como extremo derecho, pero es indudable que desde sus primeros cameos en Lilacs in the Spring (1954) desarrolló una fructífera y reconocida carrera como actor.
Sean Connery renunció a su sueño en el fútbol, que podría durar menos de una década, apostando por una exitosa carrera en la interpretación que se prolongó hasta 2012, con 82 años ya cumplidos.
Eso sin pensar en que habría sido de él cuando en 1958 el Manchester United sufrió un grave accidente aéreo en Múnich en el que falleció gran parte de la plantilla.
Con la pelota siempre presente
Aunque nunca se alejó definitivamente del fútbol, sí lo hizo de su amado Celtic de Glasgow.
Como si fuera un amor de juventud Sean Connery se distanció del club de los católicos para acercarse al Glasgow Rangers, llegando a formar parte de su directiva.
Este cambio de colores fue muy criticado por los aficionados del Celtic, que incluso le insultaban en sus apariciones públicas y lo tacharon de traidor.
Seguramente mucho tuvo que ver en aquella decisión su gran amistad con David Murray, presidente del Rangers, que le abrió las puertas del club.
También se cuenta que compartió vuelo con el mítico Racing de Avellaneda cuando jugó la Intercontinental contra el Celtic de Glasgow en 1967.
Aquel viaje con la expedición del Racing despertó una gran simpatía por «La Academia» y desde entonces se declaró hincha de este club.
Los últimos años de su vida, ya retirado, Sean Connery se dedicó a jugar al golf, su principal afición hasta su muerte en Nassau, Islas Bahamas, el 30 octubre de 2020.
D.E.P Sean Connery. El fútbol perdió un extremo pero el cine ganó una estrella.