Y es que el fútbol, a pesar de ser algo de lo más mundano tiene mucho de dogmático, de místico o incluso celestial.
Algunos preferirán hacerse la pregunta a la inversa ¿Qué ámbito de la sociedad es totalmente ajeno a la religión?
Y es innegable que tienen razón, o al menos parte de razón.

Los romanos hablaban de pan y circo, haciendo referencia a que las inquietudes de la sociedad se colmaban con comida y entrenamiento. Este precepto ha ido evolucionando con la propia sociedad.
Con la irrupción del cristianismo, pero sobre todo desde que se convirtió en religión oficial del Imperio, empezó acumular poder e influencia y a estar presente en todos los ámbitos de la sociedad.
La religión caló hasta tal punto, que llegó a sustituir al ocio como vía de escape.

Un nuevo credo
Una vida terrenal de penuria y miseria, el valle de lágrimas bíblico, se soporta mejor con la promesa de una posterior vida celestial colmada de placeres.
De ahí la famosa frase de Karl Marx, “La religión es el opio del pueblo” haciendo referencia al efímero placer artificial provocado por esta sustancia, que acaba derivando en adicción y la destrucción del individuo.
El fútbol es el deporte más seguido del mundo, con una cifra cercana a los 4.000 millones de aficionados.
Para ponernos en situación tened en cuenta cristianismo y el islam, las dos religiones mayoritarias, tienen respectivamente 2.400 y 1.900 millones de seguidores.
Podríamos decir que en algunos casos ha sustituido a ese “opio” del hablaba Marx y es prácticamente un credo más.

Un futbolista. Una religión
Los más fanáticos seguidores de equipos y selecciones, idolatran a sus estrellas como auténticos santos o deidades.
En muchos aspectos funciona como una auténtica religión, con la Iglesia Maradoniana como máxima exponente.
En dicho credo monoteísta “El Pelusa” hace las veces de Dios. Una devoción desmedida, que tiene mucho más de religioso que de parodia.

Ésta mezcla entre futbol y religión no es el único caso, hay un sinfín de anécdotas de coexistencia, cooperación e interacción por todo el mundo.
Férreos principios
En España es habitual rezarle a la patrona o santo del club, así como llevarle a modo de ofrenda los títulos conseguidos.
Sin salir de la Península Ibérica encontramos el curioso caso del argentino Carlos Ángel Roa, ex portero del RCD Mallorca, que en el mejor momento de su carrera decidió retirarse por motivos religiosos.
Concretamente es fiel devoto de la Iglesia Adventista del Séptimo Día, que impide trabajar los sábados, día habitual de los partidos de fútbol.
Otros caso de la Liga en en el que se mezclaron fútbol y religión fue el del delantero sevillista Kanouté, que se negó a lucir el sponsor del principal patrocinador del club por ser una casa de apuestas, ya que, su religión, la musulmana, condena el juego.
Tras dos partidos con la publicidad tapada, la casa de apuestas se quejó y, el delantero maliense tuvo que «tragar» con el sponsor tras la mediación del Sevilla FC.

Muy similar fue la situación vivida por Dudu Aouate, guardameta hebreo para el que se modificó la publicidad de su camiseta “ad hoc” retirando una cruz que sí portaban sus compañeros del Racing de Santander.
Más al sur, en el continente africano sigue siendo muy común recurrir a ritos chamánicos en busca de ayuda divina para sus equipos, incluso formando parte de la expedición como en el caso de Zaire en la Copa el Mundo de 1974.
Ocho años después en el Mundial de Naranjito, muchos días antes del encuentro entre Perú y Camerún en La Coruña, se disputó una «guerra» de brujos, puesto que ambos países son extremadamente ricos en lo que a ritos y esoterismo se refiere. El partido finalizó 0-0.

¿Milagro en El Congo?
En la actual República Democrática del Congo en 1998 se disputó un partido bajo la lluvia entre Bena Tshadi y Basanga cuando un rayo impacto en el barrizal en el que se había convertido el terreno de juego, terminando con la vida de varios jugadores.
Lo más sorprendente del asunto es que todos los fallecidos eran jugadores locales, mientras que los jugadores visitantes salieron ilesos.
Rápidamente se atribuyó la catástrofe a algún tipo de maldición o conjuro chamánico. Nada más lejos de la realidad.
Hay una explicación científica para este extraño fenómeno. Todos los jugadores visitantes portaban tacos de goma, material aislante, mientras que los locales, usaban tacos metálicos, que sirvió de fatal hilo conductor.
Aunque ya están en peligro de extinción era habitual que los clubes contasen con cierta ayuda divina, representada por la figura del capellán, que en muchos casos acompañaba y bendecía las expediciones. No sabemos si Dios tiene equipo, pero tenemos claro que sus representantes en la tierra sí.
Papas muy futboleros
Juan Pablo II, el polaco Karol Wojtyla, fue portero del MKS Cracovia, donde le apodaban «Martyna» como al mítico jugador también pollaco.
Siempre se dijo que el equipo de sus amores era el Wisla Cracovia, además de ser seguidor de la AS Roma, deducimos que por cercanía a El Vaticano. En 1982 le hicieron socio honorífico del FC Barcelona.
Su sucesor, el alemán Ratzinger, natural del Freising, localidad cercana a Munich y como tal, gran aficionado y socio del Bayern de Munich.

Si hay un Papa futbolero ese es Jorge Mario Bergoglio, actual Francisco I. Fiel seguidor del “Ciclón”. Tal vez sea porque este club lo fundó un padre salesiano, Lorenzo Massa.
Bergoglio nunca ha ocultado su afición por los colores de San Lorenzo, de hecho, el club presumió inmediatamente de contar con el Papa entre sus socios nada más ser elegido.
Con o sin ayuda divina, San Lorenzo se proclamó por primera vez campeón de la Copa Libertadores al año siguiente del nombramiento de Francisco I.
Era habitual que Bergoglio siguiera al equipo y hasta mantuviera relación con los jugadores y con el club durante sus años en Buenos Aires.

Se cuenta que en 1998, cuando Alfio Basile se hizo cargo del equipo, un cura entro al vestuario justo después de la charla técnica y empezó a saludar a los jugadores. Al técnico no le hizo ninguna gracia y echó de allí al tipo de la sotana inmediatamente, a pesar de que le dijeron que era el arzobispo de Buenos Aires.
US Avellino, el «equipo» del Papa
Si hay un equipo que tiene una relación especial con la Santa Sede es la US Avellino. Cada vez que hay fumata blanca asciende de categoría.
Prueba de ello son los ascensos de categoría en 1958 coincidiendo con el nombramiento de Juan XXIII. 5 años más tarde hizo lo propio coincidiendo con la llegada de Pablo VI
En 1978 con el nombramiento sucesivo de dos papas el club ascendió a la Serie A por primera vez en su historia. Por suerte para ellos no tuvieron que esperar los casi 30 años que duró el papado de Juan Pablo II para volver a vivir un ascenso.
Después de tanto tiempo no tenían claro si el hechizo se había roto, pero la historia volvió a repetirse con Benedicto XVI en 2005 y con Francisco I en 2013. Fútbol y religión, una relación que nunca dejará de sorprendernos.
Esta última incluso sin que el predecesor tuviera que fallecer, y menos mal, que la gente está muy loca y es capaz de cualquier cosa por ver ascender a su equipo…
