Poco quedaba ya de aquella legendaria formación que había ganado la Copa de Europa en la 66-67, pero aun formaba parte del equipo un tal Jimmy Johnstone. Un menudo y rapidísimo extremo que apenas superaba el metro sesenta.
Esa fue la penúltima de las 13 temporadas que Jimmy vistió la camiseta de los católicos.. Toda una institución en Celtic Park. Le acompañaba un tal Kenny Dalglish, que años después se convertiría en una megaestrella e icono de Celtic y Liverpool. Los escoceses iban a ser un duro escollo en el sueño europeo de los colchoneros.
Los rojiblancos, dirigidos por el argentino Juan Carlos Lorenzo, habían reunido una suerte de grandes jugadores que desbordaban talento. Apuntalada por un elenco de “obreros” que rebosaban oficio y casta. Cualidades siempre presentes en el ADN colchonero.
En ese Atlético, que reunía lo mejor de cada casa. Había muchos ángeles, pero también muchos demonios. Los Luis Aragonés, Jabo Irureta o Gárate ponían la seda, mientras que los Panadero Díaz, Ovejero y Heredia eran más de pana.
Incendio a la vista
Aquel miércoles santo, 10 de abril, Celtic Park se abarrotó de católicos imbuidos por un ambiente prebélico tras varios días con los medios incendiando a la opinión pública, con titulares más propios de la propaganda bélica, que de medios de información.
Escoció especialmente un titular que calificaba a Panadero Díaz de asesino y lo acompañaba de unas imágenes en las que se peleaba con su compañero Ovejero.
Prensa y afición escocesa no tenían muy buenos recuerdos de Panadero Díaz que, 7 años atrás, vistiendo la camiseta de Racing de Avellaneda se había enfrentado a los “Celts” en la Copa Intercontinental del 67.
En Hampden Park los escoceses vencieron 1-0, aunque los argentinos acabarían llevándose el título en el partido de desempate. Nunca olvidarán el marcaje al que Panadero Díaz sometió a Johnstone. A base de “vaselina rusa” logró contrarrestar al extremo pelirrojo.
Lorenzo se dejó contagiar por aquel ambiente y ofreció lo que los “Celts” esperaban. Alineó un once plagado de tipos duros más habituados a bregar en combate que a maravillar a la parroquia con su magia futbolística.
Ante todo el técnico argentino quería que aquella no se convirtiera en una tarde mágica para el conjunto escocés, confiando en poder llevarse el gato al agua en el partido de vuelta.
Panadero Díaz, volvió a cubrir aquella tarde el flanco izquierdo rojiblanco, frenando como podía cada incursión del rapidísimo y hábil extremo escocés. Sus métodos fuero poco ortodoxos, pero cumplió con su cometido.
Los atléticos no fueron precisamente hermanitas de la caridad, pero los escoceses tampoco es que fueran unos santos.
Por lo civil o lo criminal
De Celtic Park salieron con un 0-0 que los colchoneros dieron por bueno y se puede decir que cumplía con lo esperado por su míster. El encuentro concluyó con 3 expulsados del bando rojiblanco; Ratón Ayala, Quique y Panadero Díaz.
Los últimos minutos con 8 jugadores sobre el terreno de juego fueron un monologo del Celtic acosando la meta colchonera , mientras estos se defendían como gato panza arriba. Con el pitido final acabó el partido, pero no la batalla.
El túnel de vestuarios se convirtió en un improvisado ring de lucha libre. Se intercambiaron puñetazos, patadas y todo tipo de agresiones. La policía reprimió activamente a los atléticos, conduciendo a los jugadores al vestuario a base de porrazos.
Como broche final al esperpento, ya en el aeropuerto, un policía escocés escupió en el pasaporte de Iselín Ovejero y se lo tiró al suelo.
En la vuelta, el Calderón fue el fortín que quería Lorenzo y los colchoneros vencieron 2-0 con goles de Gárate y Adelardo y se plantaron en la final, pero esa ya es otra historia.
Repartiendo el pan
Rubén Osvaldo “Panadero” Díaz recibió aquel apodo gremial gracias al oficio de su padre. El alias le venía al pelo porque repartía hos…. como panes.
De Racing de Avellaneda pasó a San Lorenzo de Almagro y de allí a la ribera de Manzanares. A pesar de su corta estancia en el Calderón (4 temporadas) siempre ha sido y será muy querido por la parroquia colchonera.
Al hablar de Panadero Diaz, no puedo evitar recordar una anécdota que me contó un amigo colchonero. Cuando de niño, iba a ver al Atleti al Calderón.
Cada vez que Panadero Díaz saltaba al terreno de juego desde el banquillo, la grada rugía “Panadero, Panadero, Panadero…” Una prueba más de su pertenencia a ese elenco mítico de jugadores de la casa.
Nunca fue un virtuoso del balón, pero era un defensor de los de antes, duro y tosco en su juego y en su imagen. Como deben ser los zagueros.
Siempre será más recordado por su contundencia que por sus florituras con el balón. No quita que no dejase alguna que otra perla…
En el 77 volvió a Racing para jugar su última temporada y retirarse en su casa. Tras esto fue segundo del “Coco” Basile. Junto al legendario Alfio conquisto desde los banquillos multitud de títulos en clubes argentinos como en la selección albiceleste.
Este es nuestro homenaje a Rubén Osvaldo “Panadero” Díaz.
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