Dependiendo de la edad del lector se asociará un color u otro a la palabra Manchester.
Los más jovenzuelos y algunos veteranos pensarán en el azul cielo del City.
De los «skyblues» se dice siempre que son el equipo más seguido en la ciudad, aunque menos laureado que sus vecinos.
Por contra, será el rojo el color que nos vendrá a la mente a los que vivieron los mejores años del Manchester United, los diablos rojos.
El equipo con más seguidores fuera de la ciudad de Manchester y equipo inglés de moda durante los años 60 y los 90 con principios del 2000.

El Manchester United tuvo que vivir la mayor tragedia de su historia para renacer de sus cenizas.
Tocar fondo para tomar impulso, hacerse grande y alcanzar su época más gloriosa.
El 6 de febrero de 1958 el Manchester United había disputado su partido de copa de Europa frente al Estrella Roja, en Belgrado.
Aquella gélida noche regresaban a Manchester, vía Munich, donde la aeronave debería hacer una parada técnica para repostar.
El vuelo iba con retraso debido a problemas con le pasaporte de uno de los jugadores, Johnny Berry.
En el tercer intento de despegue, tras dos fallidos, el avión de British Airways no alcanzó la altura adecuada y acabó estrellándose en las inmediaciones de la pista.

El gélido invierno muniqués había cubierto la pista de una fina capa de escarcha que impidió la correcta aceleración y la falta de velocidad limitó la altura.
Las consecuencias del accidente, conocido como la tragedia de Munich, fueron 28 fallecidos.
7 de ellos jugadores del primer equipo del Manchester, entre los que destacaba Duncan Edwards, la joya del fútbol británico de solo 21 años.
Geoff Bent, Roger Byrne, Eddie Colman, Mark Jones, David Pegg, Tommy Taylor y Liam Whelan y el propio Duncan Edwards.
El resto se repartieron entre periodistas, tripulación, cuerpo técnico y directivos del club.
Esto significó la destrucción de aquel gran equipo que empezaba a despegar en lo futbolístico con una joven generación de futbolistas destinada a gobernar en el continente.
Matt Busby, el entrenador, se recuperó de sus heridas y pudo continuar su labor.
El fue quien decidió apostar por Bobby Charlton, recientemente fallecido.
Él lideraría el proyecto que a la postre sería uno de los más gloriosos de la historia del club y lideraría lo que se conocería como la Santísima Trinidad del United.
De las cenizas de aquella tragedia renació una de las mejores generaciones de futbolistas.