Bolton Wanderers y West Ham United eran los dos contendientes. Ninguno había logrado hasta el momento alzar este trofeo que empezó a disputarse en 1888.
Los organizadores temerosos de no llenar el campo por los precedentes sentados en las dos anteriores finales, realizaron una potente campaña publicitaria. El éxito fue incluso mayor del deseado
Era el evento futbolístico del año, además había un equipo de Londres en el cartel. No había ni un solo aficionado, fuera del equipo que fuera, que quisiese perderse aquel encuentro.

El sol brillaba en Londres. Hacía un día espectacular y, horas antes del inicio del encuentro, programado para las 3 de la tarde, miles de personas se aglomeraban en los alrededores del naciente templo del fútbol con capacidad para más de 100.000 espectadores.
Una vez abrieron las puertas de acceso, cuando aún quedaban 3 horas para el pitido inicial, el estadio se llenó en un visto y no visto, pero la gente no dejó de entrar, superando con creces el aforo. Hay fuentes que indican que se llegaron a dar cita dentro de Wembley hasta 300.000 personas.
Al borde del colapso
Obviamente los accesos se colapsaron. La tragedia se mascaba en el ambiente y las autoridades policiales tuvieron que intervenir para impedir que siguiese entrando gente al estadio.
No fue suficiente. No pudieron contener su ímpetu. Derribaron las puertas y entraron a la fuerza, llegando a invadir buena parte del terreno de juego.
La amenaza de suspensión rondaba la cabeza de los organizadores, más cuando vieron que ni siquiera los jugadores podían acceder al recinto.

Al caos generalizado se sumó que el rey Jorge V, encargado de entregar el trofeo al ganador, estaba a punto de llegar. Las autoridades recurrieron a los policías montados a caballo para desalojar del terreno de juego aquella ingobernable masa de personas.
Los datos oficiales indican que algo más de 126.000 espectadores presenciaron el encuentro en directo. Otras fuentes elevan esa cifra a cerca de 200.000 personas, casi igualando al partido con mayor asistencia de la historia, el famoso Maracanazo de 1950.
En ese momento un fotógrafo tomo una instantánea que es historia de este deporte. Un policía montado sobre un corcel blanco, rodeado por una multitud de personas ataviadas con sus correspondientes gorras y sombreros, intentando sacar a la gente de los límites del campo.
Sorprendentemente entre ambos lo lograron y por este hecho el encuentro pasó a conocerse como la final del caballo blanco.

La primera de los “Trotters”
Los caballos fueron protagonistas en los prolegómenos de un partido que empezó casi una hora tarde y, los “Trotters” no dieron opción a su rival durante la final del caballo blanco.
A los dos minutos de juego David Jack abrió el marcador y en el 53’ Jack Smith puso la sentencia para que el Bolton Wanderers levantase la primera de las cuatro FA Cup que figuran en su palmarés.
El segundo gol no estuvo exento de polémica, ya que, desde el público se devolvió una pelota al terreno de juego al tiempo que el jugador del Bolton logró anotar, ante las airadas protestas de los futbolistas del West Ham que no evitaron que el tanto subiera al marcador.
Llegados al final de la primera parte, los jugadores tuvieron que pasar el descanso en el terreno de juego ante la imposibilidad de acceder a los vestuarios.

Durante las obras de construcción del nuevo estadio de Wembley se sometió a votación el nombre del puente que da acceso al recinto y finalmente ganó “White Horse Bridge”, en honor al caballo Billie, gran protagonista de la final del caballo blanco, la primera disputada en este templo del fútbol.
Alrededor de 1.000 personas fueron atendidas con heridas leves y algo más de una veintena tuvo que pasar por el hospital.
Muchas cosas cambiaron tras la final del caballo blanco en Wembley, entre ellas los protocolos de seguridad y controles de acceso a los estadios, así como la venta anticipada de entradas para evitar futuras llegadas masivas y aglomeraciones.
